Crisis empaña salida de Trichet
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 20 octubre, 2011
Crisis empaña salida de Trichet
Pese a su elegancia, forjada en las escuelas de la élite francesa, y a sus dotes comunicativas tras ocho años al frente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet perdió recientemente la compostura en público.
"¡Impecable, impecable!", le respondió casi a gritos a un periodista que le preguntó por la actuación de la institución que preside y sobre el riesgo que corría el BCE de convertirse en un "banco malo" por adquirir deuda de países periféricos.
Así se despide Trichet -Premio Carlomagno al Europeísmo (2011), Persona del Año del Financial Times (2007) y Banquero Central del Año de Euromoney (2008)- con su mandato bajo cuestión por el alud de la crisis de las finanzas públicas y privadas de la eurozona, que él ha tildado de "sistémica".
Diplomado en Ingeniería y doctorado en Económicas, el banquero francés ha hecho gala desde 2003 de independencia frente a las presiones nacionales y de ortodoxia "germana" en política económica, pero su lucha contra la crisis le ha llevado a recurrir en último término al pragmatismo.
"Creo que el BCE ha hecho todo lo que ha podido para cumplir con sus responsabilidades en circunstancias excepcionales", afirmó Trichet esta misma semana en una entrevista a un medio económico británico.
Con estas palabras, el presidente saliente del BCE se refería a la criticada compra de bonos soberanos, principalmente de España e Italia, pero también a otras medidas temporales adoptadas para mejorar la situación financiera del atribulado sector bancario europeo.
La reactivación a mediados de agosto del programa que permitía al BCE adquirir deuda estatal, y que desde entonces ha encadenado diez compras semanales consecutivas por 165 mil millones de euros, fue una apuesta de Trichet.
Esta medida ha provocado una gran controversia y contentado a pocos: muchos de los economistas que alabaron la determinación con la que Trichet ha mantenido a raya la inflación critican ahora su heterodoxia, mientras que otros expertos creen que ha actuado demasiado tarde y con excesiva tibieza.
Algunos analistas calificaron de inevitable la actuación y subrayaron las consecuencias negativas de una no intervención, mientras que otros enfatizaron la pérdida de independencia y credibilidad del BCE, así como la reducción de la presión sobre los países más endeudados para consolidar sus finanzas.
Jürgen Stark, exprimer economista del BCE y adalid de la ortodoxia "germana" y la estabilidad de precios, optó por abandonar la institución en septiembre para expresar su profundo descontento.
Fráncfort
Pese a su elegancia, forjada en las escuelas de la élite francesa, y a sus dotes comunicativas tras ocho años al frente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet perdió recientemente la compostura en público.
"¡Impecable, impecable!", le respondió casi a gritos a un periodista que le preguntó por la actuación de la institución que preside y sobre el riesgo que corría el BCE de convertirse en un "banco malo" por adquirir deuda de países periféricos.
Así se despide Trichet -Premio Carlomagno al Europeísmo (2011), Persona del Año del Financial Times (2007) y Banquero Central del Año de Euromoney (2008)- con su mandato bajo cuestión por el alud de la crisis de las finanzas públicas y privadas de la eurozona, que él ha tildado de "sistémica".
Diplomado en Ingeniería y doctorado en Económicas, el banquero francés ha hecho gala desde 2003 de independencia frente a las presiones nacionales y de ortodoxia "germana" en política económica, pero su lucha contra la crisis le ha llevado a recurrir en último término al pragmatismo.
"Creo que el BCE ha hecho todo lo que ha podido para cumplir con sus responsabilidades en circunstancias excepcionales", afirmó Trichet esta misma semana en una entrevista a un medio económico británico.
Con estas palabras, el presidente saliente del BCE se refería a la criticada compra de bonos soberanos, principalmente de España e Italia, pero también a otras medidas temporales adoptadas para mejorar la situación financiera del atribulado sector bancario europeo.
La reactivación a mediados de agosto del programa que permitía al BCE adquirir deuda estatal, y que desde entonces ha encadenado diez compras semanales consecutivas por 165 mil millones de euros, fue una apuesta de Trichet.
Esta medida ha provocado una gran controversia y contentado a pocos: muchos de los economistas que alabaron la determinación con la que Trichet ha mantenido a raya la inflación critican ahora su heterodoxia, mientras que otros expertos creen que ha actuado demasiado tarde y con excesiva tibieza.
Algunos analistas calificaron de inevitable la actuación y subrayaron las consecuencias negativas de una no intervención, mientras que otros enfatizaron la pérdida de independencia y credibilidad del BCE, así como la reducción de la presión sobre los países más endeudados para consolidar sus finanzas.
Jürgen Stark, exprimer economista del BCE y adalid de la ortodoxia "germana" y la estabilidad de precios, optó por abandonar la institución en septiembre para expresar su profundo descontento.
Fráncfort