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Crimea es acosada por fantasmas de diplomacia chapucera

Bloomberg | Jueves 06 marzo, 2014


Un siglo después de que la falta de comunicación y la torpeza de la diplomacia dieran lugar a la I Guerra Mundial, esos fantasmas amenazan Crimea dicen analistas. AFP/La República


Crimea es acosada por fantasmas de diplomacia chapucera

La guerra se avecinaba a Europa y el presidente francés, Raymond Poincaré, estaba literalmente perdido.
El viaje de Poincaré por el Mar Báltico hasta San Petersburgo para apuntalar la alianza de Francia con Rusia en julio de 1914 lo dejó fuera de contacto durante días, sumando un nivel más de incertidumbre a la diplomacia caótica, y en definitiva fallida, que terminó en la Primera Guerra Mundial.
Un siglo más tarde, en tanto el presidente ruso Vladimir Putin amenaza a Ucrania, el mundo no ha eliminado los peligros de las fallas en la comunicación, los juicios torpes y la inteligencia chapucera que tomaron por sorpresa a Europa en 1914, dijo Max Hastings, historiador militar británico.
“Existe un riesgo enorme de hacer un mal cálculo”, dijo Hastings, cuyo último libro, “Catastrophe”, cubre la caída en la Primera Guerra Mundial. “Todavía no sabemos cuál es el verdadero programa que tiene Putin. ¿Está tratando de restablecer el dominio de Rusia sobre toda Ucrania, quiere volver a anexar Crimea?
Indudablemente, dijo Hastings, no hay un ansia de guerra en Occidente y Putin tiene una idea racional de los límites de Rusia. Las grandes potencias de hace 100 años también compartían una voluntad de usar la fuerza que desde entonces ha sido erradicada del ADN de Europa, una de las razones por las cuales la Unión Europea recibió el Premio Nobel de la Paz en 2012.
Los historiadores siguen tratando de dilucidar cómo un acto de terrorismo local –el asesinato del heredero al trono austro-húngaro en Sarajevo, Bosnia, el 28 de junio de 1914- pudo poner en movimiento una cadena de sucesos que llevaron al ejército alemán a avanzar sobre Bélgica, que era neutral, seis semanas más tarde.
“Nunca llegaré a entender cómo ocurrió”: así aparece citada la novelista Rebecca West en “The Sleepwalkers: How Europe Went to War in 1914” de Christopher Clark, profesor de historia en la Universidad de Cambridge.
El libro de Clark, entre cuyos lectores figura la canciller alemana Angela Merkel, lo atribuye a una toma de decisiones turbia a nivel nacional, generalmente antidemocrática en un sistema estatal europeo que era “opaco e impredecible, alimentando un ánimo generalizado de desconfianza mutua, aun dentro de las respectivas alianzas”.
Las guerras del siglo XX dieron origen al campo académico de la prevención de conflictos y al arsenal de sistemas de alerta temprano, a las misiones para descubrir información precisa y a medidas para generar confianza aplicadas por organismos como las Naciones Unidas y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
De modo que cuando las tropas rusas tomaron instalaciones clave en la región sureña de Crimea en Ucrania el 1 de marzo, los gobiernos occidentales no tuvieron que confiar en emisarios distantes para descifrar los informes en los diarios locales políticamente sesgados o escuchar las conversaciones en los salones de príncipes y generales. Lo único que tuvieron que hacer fue levantar el teléfono.


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