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COVID-19 magnificó condición de las mujeres

Lorena Clare Facio redaccion@larepublica.net | Lunes 08 marzo, 2021


Disyuntivas

La pandemia que ya por un año sufrimos magnificó la capacidad y los frutos que brindan las mujeres a sus familias y la sociedad. A la vez, resaltó y magnificó la discriminación y la injusticia que todavía sufren una gran parte de las mujeres.

Con los niños, las niñas y los adolescentes en la casa la mujer tuvo que asumir tareas de cuido y educación de sus hijos que normalmente recaen en maestras y profesoras. Esta no es pequeña faena para las mujeres que además desempeñan un trabajo fuera del hogar, y tampoco para las mamás que ya tenían llenos sus días con las tareas que desempeñan en sus hogares.

Además, en muchos casos los compañeros de estas mujeres asumieron trabajo a distancia permaneciendo en sus casas. El cambio en la organización del hogar generalmente lo asume la mujer y esta reorganización amplió sus responsabilidades.

Frente a las pérdidas de empleo de miembros de la familia, frecuentemente ha sido la mujer quien buscó solución a la merma en los salarios del grupo familiar agenciándoselas para obtener otros ingresos y para disminuir de la manera menos dolorosa los gastos.

Y ni qué decir del cuido de los enfermos y de la prevención de los contagios. La capacidad femenina para enfrentar multitud de tareas diversas usualmente la lleva a asumir las nuevas cargas que tiene por diversas circunstancias que enfrentar la familia, y esto se da aún con mayor intensidad cuando se trata de asuntos de salud.

Con estos y otros cambios, frente al dolor y la adversidad que nos trajo este coronavirus se manifestó una vez más la inmensa vocación de servicio a sus semejantes que aportan y ejemplarizan las mujeres, y los muy beneficiosos frutos que producen sus actuaciones.

Pero desdichadamente a la par de estas admirables acciones de las mujeres en favor de nuestra sociedad atacada por este diminuto y feroz virus SARS-Cov-2, se han dado resultados muy negativos, producto de la discriminación que en su contra persiste.

Por una parte y a pesar de la baja proporción de mujeres que en nuestro país tiene la oportunidad de ganar un salario con su trabajo, la disminución de la proporción de mujeres ocupadas entre febrero y julio del año pasado fue casi un 50% mayor que la correspondiente a hombres.

La injusticia de que las mujeres por iguales trabajos reciban salarios más bajos que los hombres se torna incluso mayor cuando se dan condiciones de empobrecimiento como las que estamos viviendo.

También la violencia. ONU Mujeres indica: “Desde el estallido del COVID-19, la violencia contra las mujeres y las niñas se ha intensificado en países de todo el mundo. Si bien las medidas de bloqueo ayudan a limitar la propagación del virus, las mujeres y las niñas que sufren violencia en el hogar se encuentran cada vez más aisladas de las personas y los recursos que pueden ayudarlas.” En nuestro país las denuncias policiales por violencia doméstica de 2019 a 2020 aumentaron en casi un 30%.

Por otra parte, la falta de colaboración de los hombres en las tareas hogareñas se vuelve más pesada y aún más oprobiosa cuando esas faenas se multiplican como ocurre con los hijos estudiando en la casa, y los compañeros trabajando digitalmente desde ella.

El aporte admirable de las mujeres en las difíciles circunstancias que atravesamos y la magnificación de las injusticias que produce la discriminación en su contra, deben movernos a todos a luchar contra la discriminación en el empleo, en el hogar y en la sociedad que sigue afectando a las mujeres.


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