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Costos del proteccionismo aguacatero

Juan Ricardo Fernández acl@consumidoreslibres.org | Lunes 24 febrero, 2020

Juan Ricardo Fernández

El desempleo (12,4%), así como la informalidad, han alcanzado niveles más altos desde que se llevan esas estadísticas en Costa Rica. En medio de la peor crisis económica el desempleo alcanzó la cifra de 9,4% (1982). Sin las plataformas de economía compartida como Uber, que genera más de 28 mil autoempleos, más los que generan DIDI, AirBnB y otras, las cifras serían aún más preocupantes.

El ADN de los gobiernos del PAC es proteccionista, negando las ventajas del libre mercado. De allí su férrea oposición al CAFTA-RD, su negativa a avanzar en la Alianza del Pacífico y la apertura de monopolios públicos (incluso por recomendación de la OCED, proyecto estrella del Gobierno), al igual que su apoyo incondicional a sectores agrícolas como el arrocero, el azucarero y otros altamente concentrados y que encarecen sustancialmente el alimento de los más pobres.

Henry Hazlitt, en su libro La economía en una lección, cita: “El mal economista solo ve lo que se observa de inmediato; el buen economista también verá más allá. El mal economista solo ve las consecuencias directas de una vía propuesta; el buen economista también mira las consecuencias más lejanas e indirectas. El mal economista solo ve cuál ha sido o será el efecto de una política concreta sobre un grupo particular; el buen economista investiga también cuál será el efecto de la política sobre todos los grupos”.

Datos de la UNED señalan que, después de prohibir la importación del aguacate Hass de México en el 2015, el precio al consumidor creció en 74%. Sin embargo, si el precio promedio en 2015 era de ¢1.860 el kilo, hoy día supera los ¢4.000 al consumidor en cualquier supermercado.

La única razón por la que empresarios (de pequeños a grandes) deciden arriesgar sus recursos es en busca de un beneficio económico, y para ello deben competir con otras alternativas de inversión de semejante riesgo. El proteccionismo hace artificialmente rentables proyectos de inversión que de otra forma no se realizarían, esto por limitación de la competencia (aranceles o restricciones de mercado), lo que a su vez dispara el precio al mercado local. Así se desvían recursos productivos a sectores menos productivos.

Las ganancias y empleos que genera ese sector protegido, el aguacatero, es solo producto de la extracción de otros sectores productivos y consumidores del país. Los puestos de trabajo generados son producto de la destrucción de empleos en otros sectores de la sociedad y la pérdida de bienestar del país.

Según la Cámara de Exportadores e Importadores de Productos Perecederos, el consumo local de aguacate asciende a 15.000 toneladas anuales. Por otra parte, según CentralAmericaDATA.com, el consumo de aguacate en hogares es de 9.000 toneladas al año, quedando lo restante para la demanda industrial.

La primera víctima del proteccionismo aguacatero es el comprador por la baja del consumo de tan noble, saludable y exquisita fruta. Asumiendo datos conservadores (sin contar el crecimiento de la población) y considerando el aumento de 74% de precios que señala la UNED (claramente conservador), la pérdida anual al consumidor ronda los 22 millones de dólares. El incremento para la industria que utiliza el aguacate como insumo supera los 14 millones de dólares. Claramente los productos finales también tendrán un incremento para el consumidor.

A los $36 millones anuales ($144 millones en 4 años) hay que sumarles los 5 millones de dólares que pagaremos todos los contribuyentes por la sentencia del Tribunal Contencioso Administrativo contra el Estado por las seis empresas que se vieron perjudicadas con la prohibición arbitraria de la importación del aguacate Hass de México.

La cereza del pastel vendrá del fallo que emitirá el Panel de la OMC, sumado a los más de $600 mil dólares de gastos legales y quién sabe que otras pérdidas asociadas a la cabezonada. La condena de un juez nacional por la prohibición de la importación de aguacate es más que suficiente para que la OMC falle contra Costa Rica; sería absurdo esperar algo diferente. La sanción por esperar es la pérdida económica que sufren los mexicanos por el cierre de nuestras fronteras. Las importaciones anuales de aguacate Hass eran de 12.000 toneladas anuales. Asumiendo un costo del 30% del precio al consumidor final antes de la prohibición de 1.860 colones, la sanción podría llegar a más de 12 millones de dólares anuales.

Considerando 4 años, la factura del proteccionismo aguacatero no sería inferior a $192,6 millones, eso sin contar el aumento de precios de productos que utilizan el aguacate como insumo, la pérdida de empleos en otros sectores productivos, el costo de oportunidad de una mala asignación de recursos y la pérdida de bienestar en general de la población.

¿Quiénes asumirán los exorbitantes costos? Sin duda, no serán los que se han beneficiado directa (o indirectamente), no serán los funcionarios del MAG que retorcieron la ciencia y la verdad, no serán los funcionarios de COMEX que se lavaron las manos y apoyaron la medida, no será Luis Guillermo Solís —de quien se dice que asumió el compromiso con los productores desde su campaña política— ni el presidente actual, quien pudo corregir la situación y no lo hizo. El costo lo hemos asumido todos los ciudadanos y lo asumirán las futuras generaciones víctimas de políticas públicas empobrecedoras y destructoras de empleo.

Juan Ricardo Fernández R.

Economista

acl@consumidoreslibres.org

Costos del proteccionismo aguacatero






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