Costa Rica se paraliza ante la magnitud del evento
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 14 junio, 2022
¡Y, llegó el día!
La Selección Nacional se juega la clasificación a un Mundial de Fútbol en un solo partido.
Más dramático, imposible.
Por segunda ocasión, la Tricolor caminó hacia los siempre angustiantes repechajes.
Fue en la eliminatoria para el Mundial Sudáfrica 2010, que Costa Rica tuvo que enfrentar a Uruguay, pero en juegos de ida y vuelta. La “Celeste” ganó en el Estadio Nacional 1-0 y el partido de vuelta en El Centenario quedó 1-1.
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Doña FIFA, siempre “preocupada” para dar alimento a zonas geográficas de fútbol de poca calidad, pero que a la hora de las elecciones votan igual que las potencias del mundo, ha “democratizado” el fútbol permitiendo por ejemplo (y eso no es su culpa), que una desconocida Macedonia del Norte, en un solo juego, elimine a la tetracampeona del mundo, Italia, como igual, una poco conocida Nueva Zelanda, con solo dos Copas del Mundo a cuestas, tenga un buen partido y elimine a una Costa Rica con cinco Mundiales en sus piernas y espaldas.
Esto de los repechajes tiene su propia historia y normalmente se convierten en un dilema a resolver para selecciones de fútbol de grueso calibre, enfrentadas de pronto a un rival de inferior calidad, que en 90 minutos los pueden desaparecer del mapa.
En todo caso, y como se trazó el sendero de la Selección Nacional en la octogonal eliminatoria, con ribetes de tragedia deportiva, este repechaje ante Nueva Zelanda, la pura verdad que hay que medirlo como un premio y no como un castigo, pues se presentó como el pedazo de madera al que se abrazó la Tricolor para salvarse del naufragio.
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Pero, aquí si cabe aquello de que no se ha ganado nada, si no se triunfa este martes.
Si Nueva Zelanda nos supera, la milagrosa segunda vuelta de la Tricolor en la eliminatoria, será simple y lamentable historia.
Costa Rica se paraliza ante la magnitud del evento: estamos ante un partido de fútbol diferente por las consecuencias que conlleva el jugarlo, perderlo o ganarlo.
Una Copa del Mundo en juego; millones de dólares en juego; podría ser el último juego de Bryan Ruiz con la Tricolor, pero también la ventana para que a los juveniles se les abran las puertas de Europa.
Pasiones encerradas dispuestas a desbordarse tras el pitazo final.
En la mente y en el corazón, solo vemos al gran Keylor Navas, abrazándose con el resto de la tropa, festejando la clasificación.
gpandolfo@larepublica.net
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