Corrupción y eficiencia
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 11 septiembre, 2015
Si no hay pruebas, no hay delito, y si hay delito, es porque hay pruebas. Acusar sin pruebas es calumniar
Sinceramente
Corrupción y eficiencia
Resuenan en mi memoria las múltiples acusaciones que el señor Presidente de Costa Rica hiciera, en el más solemne acto cívico que yo recuerde para un “Discurso de los 100 Días”. Muchas veces me dije entonces que una acusación tan grave, tan solemne, se convertiría en el estándar que la administración Solís Rivera establecería para la medición de su propio gobierno y para el posterior enjuiciamiento de sus actos, proyectos, iniciativas, eficiencia, destrezas y omisiones. Definió entonces la vara con que sería medido.
Catorce grandes acusaciones hizo el señor Presidente de Costa Rica en aquel acto rodeado de sus leales, para que escuchándolo a él, entendieran ellos los compromisos que él adquiría denunciando a otros.
La tónica fue identificar ineficiencia, desperdicio, malas prácticas de los pasados 30 años de gobierno con corrupción. La tónica fue marcar una línea para separar esos anteriores 30 años que él señalaba como origen de todos los males con la nueva era del PAC y Solís Rivera que sería el paradigma de las virtudes y valores auténticos. Esas serían las bases sobre las cuales se fundaría el futuro. ¿Se han superado las ineficiencias? ¿Serán sus actos corruptos bajo su propia definición?
Luego de aquellas solemnidades acusadoras que señalaban por doquier lo que había estado mal hecho y que no se repetiría jamás, hemos escuchado y leído un poco en asombro que “no es lo mismo verla venir que bailar con ella”. El zigzagueo de gobierno se ha acentuado.
El Fiscal General de la República ante aquellas denuncias, acogió las mismas de oficio para iniciar de inmediato los procesos investigativos penales para reprimir tan graves delitos. El Fiscal General ha desestimado las causas y las denuncias. Si aparecen pruebas en el futuro podrán reabrirse. Ante tal situación el señor Presidente de Costa Rica ha señalado que no es que los delitos no se hayan producido sino que no aparecieron las pruebas. Esta afirmación presidencial es un golpe al estado de derecho costarricense. Si no hay pruebas, no hay delito, y si hay delito es porque hay pruebas. Acusar sin pruebas es calumniar.
Es claro que es más fácil acusar sin pruebas que probar las acusaciones. Es más fácil buscar un juicio mediático que cumplir con el debido proceso judicial. El estado de derecho costarricense preconiza un principio fundamental, consagrado a nivel mundial como parte de los Derechos del Hombre, el “Principio de Presunción de la Inocencia”. Todo costarricense se presume inocente hasta que en un juicio, con debido proceso, se dicte una sentencia inapelable condenando a aquel transgresor.
Cuando el Presidente de Costa Rica señala culpables para dar inicio a un juicio mediático en contra de 30 años de gobiernos y líderes políticos, pareciera que no estaba en sus intenciones llevar a los presuntos culpables a juicio sino causar el mayor daño a la legitimidad del liderazgo político. Así se dañó a la presidencia, a los líderes políticos y también a la institucionalidad. ¡Con el honor ajeno no se juega!
Emilio R. Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net
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