¡Corrupción!
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 02 julio, 2021
Sinceramente
En estos días ha llamado la atención de los costarricenses un brote aparentemente muy serio de corrupción y también síntomas de descomposición en las instituciones encargadas del diseño, contratación y pago de las obras públicas que se construyen en el país.
Todos los costarricenses han quedado poco más que estupefactos de conocer cómo dos grandes empresas, aparentemente están involucradas en actos serios de corrupción en complicidad con funcionarios del CONAVI y del MOPT.
En la América Latina han sido frecuentes estos brotes recientemente. Odebrecht, el consorcio gigante del Brasil, fue encontrado en acciones de soborno y otros delitos en diferentes latitudes.
La corrupción es tan vieja como la humanidad misma. No se había visto impactado el país de manera tan seria sin embargo por un delito de aparentemente colosales proporciones. Esto ha hecho que la ciudadanía sienta que es el momento de proceder con el mayor rigor legal posible. Los costarricenses creen que ha llegado el momento de sentar precedentes que actúen como un disuasorio de futuros casos grandes y pequeños.
Durante la colonia jueces venían de España para conducir juicios de residencia a los Capitanes Generales y Gobernadores provinciales de quienes se sospechaba habían incurrido en actos de corrupción.
Durante la época republicana casos de corrupción fueron también frecuentes desde la construcción de carreteras pavimentadas hasta el portón de la finca de algunos presidentes hasta negociados conocidos mucho mayores. Cuando el estado incurrió en el modelo de estado empresario la cosa tendió a empeorar. Estos hechos deben de llamar la atención social para ser más rigurosos en las investigaciones y severos en las penas. Tribunales complacientes e investigaciones defectuosas son estímulo a casos de esta naturaleza.
La igualdad ante la ley no debe ni puede desvirtuarse y el dicho de que la justicia en el país es solo para pobres al igual que las cárceles, debe de desvirtuarse y dejar claro con obras no palabras, que la justicia es ciega y pareja.
Creo que sobredimensionar los casos lleva a desacreditar a la justicia. Creo que hablar de un “robo “de 78 mil millones enoja y violenta pero cuando en serenidad y en estrados se determine que esos 78 mil millones fueron el monto total del costo de mantenimiento y construcción de obra pública encargados a esas empresas, el común de los ciudadanos estará convencido que los tribunales subestimaron los montos de dineros robados a propósito.
Los linchamientos mediáticos al llegar a los estrados son derribados por el proceso de descartar elementos presentados por los medios como pruebas que no lo eran por espurias y por haber carecido de rigurosidad en la cadena de custodia de las mismas, lo que hace que sean inaceptables. En fin, que es mejor hacer las cosas con rigor y con técnica que en escándalo e improvisación que lleve a las gentes a creer en cosas que luego se van a desinflar y a ser muchas veces rechazadas por antijurídicas.
Muchos creen que es mejor linchar a empresas, personeros y funcionarios públicos ya que de esa manera les imponen castigo, descrédito, daño económico y moral, aunque luego los tribunales les encuentren inocentes o descarten su culpabilidad en algunos de los cargos imputados. La justicia no destruye. La justicia edifica la paz en las comunidades cuando es legitimada por la aceptación de todos.
¿De cuánto es el “robo”? Comencemos por señalar que no ha habido robo ni hurto. Puede haber habido sobreprecios para las obras y el mantenimiento, pero allí está la obra pública, no ha habido robo. Peculado pareciera que si puede haber habido y será sujeto de prueba. Sobreprecio estará más difícil de determinar ya que ellos cobraron lo que las adjudicaciones establecían y el gobierno pagó legalmente conforme a nuestro marco legal. Hablar de sumas antojadizas es nocivo porque hace crecer las expectativas del costarricense preocupado por los hechos.
Muchos están confiados en que las intervenciones telefónicas serán suficientes para condenar a todos. Si no hubo un juez presente estas intervenciones, por más sensacionales que sean las transcripciones de lo dicho, no podrán ser usadas en contra de los encartados. ¿Se siguió el debido proceso rigurosamente? Creo que todos deberemos armarnos de paciencia, y rodearnos de serenidad para mantener la cabeza clara.
El entrecruce de acusaciones y de atribución de culpas favorece la violencia social. No favorece la causa de la justicia. El desarrollar un esfuerzo mediático para destruir la credibilidad del Poder Judicial y de los tribunales de justicia solo favorecerá a quienes no desean separación de poderes ni democracia representativa, porque al destruir uno de tres poderes el banco queda cojo y se derrumba. Es claro que el Poder Judicial debe sufrir mejoras, reformas y transformaciones.
Ante el delito debemos tener “cero tolerancia”. Ante los delitos graves la tolerancia debe de ser incluso menor. Este caso creo que durará un largo periodo antes de llegar a la acusación. Los procesos de comunicación de los hechos deberán estar revestidos de un enorme cuidado y seriedad para que cuando los fallos se produzcan, los ciudadanos no se lancen a afirmar que la justicia estuvo amañada.
Hay que educar al país en la administración de la justicia, en los principios de derecho y en la necesidad de un riguroso debido proceso. Si por querer los medios ostentar primicias procedemos a deshacer el sistema de derecho podríamos acrecentar las pérdidas sociales, los dolores políticos y de funcionamiento del país. ¡Responsabilidad ante todo!
Rigor, procesos llevados con toda seguridad para todas las partes, sentencias claras y transparentes, preservación de los valores, evitar destrucción y procurar construir un país mejor y una justicia más pronta y cumplida deben de ser algunos objetivos que alcancemos al concluir este magno incidente.
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