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Con Sumo

Carmen Juncos cjuncos@larepublica.net | Lunes 04 febrero, 2008




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El adiós de Valentino

Las palabras con que se ha despedido Valentino, un icono viviente de la alta moda del siglo XX, que deja la pasarela después de 45 años de continuos triunfos, me recuerda que la moda, la con mayúscula, esa que trae al mundo belleza, elegancia, buen gusto, es posible que esté en crisis o al menos en un proceso de cambio.
Y como de las alturas de las grandes pasarelas, los diseños pasan luego a las esferas más abajo, hasta alcanzar las tiendas donde compra su ropa la mayoría de la gente, influenciando a muchos que adoptan las nuevas tendencias casi como un obligatorio “uniforme” para ser aceptado por la sociedad, el fenómeno es digno de escrutarse.
El famoso italiano Valentino Garavani dijo: “se han cargado el mundo de la moda. Hay muy poca creatividad y demasiado negocio”, evidenciando con ello su estado de ánimo .
O sea que, al decir de Valentino, la alta moda ha perdido aquello que la caracterizó, la creatividad, la belleza y armonía, el buen gusto, para enfocar su potencial hacia la eficiencia y la productividad en aras de la mayor rentabilidad, como el resto del mercado.
Pero sabemos que por ese camino podría perder el glamour que la hace deseable y autocondenarse a un destino que ya va pasando de moda: el de una producción descuidada y sin mayores atractivos.
Por eso digo que si realmente hay crisis en la alta moda, como asegura Valentino, de ella debería surgir una nueva estética que coloque sobre los escenarios de las pasarelas novedosas creaciones, tan bellas, sofisticadas y de buen gusto como las anteriores, pero adaptadas a los nuevos tiempos, a las mujeres y hombres del siglo XXI.
Estos, si bien protagonistas de una nueva realidad, no tienen por qué renunciar al disfrute de las creaciones de los sucesores o competidores del renombrado italiano siempre y cuando puedan estar a su altura. Por cierto, Valentino, que hoy se aleja de las pasarelas, lo hace buscando otros horizontes donde su creatividad encuentre un escenario y un público capaz de admirarla y disfrutarla. Valentino apetece un espacio donde la estética lleve al éxito y no aquel en el cual la desaforada búsqueda del éxito acabe con el encanto de la belleza.






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