Cómo la pandemia bajó la popularidad de la extrema derecha en Alemania (pero no en otros países europeos)
Camilla Veras Mota - BBC News Brasil, Sao Paulo | Lunes 22 febrero, 2021
En 2017, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD por su sigla en alemán) debutó en el Bundestag con 94 de 709 escaños, la tercera bancada más grande del Parlamento Federal.
Ese desempeño en las urnas inauguró un nuevo capítulo para ese movimiento que, cuatro años antes, no había logrado obtener el 5% de los votos y superar la limitación legal para tener representantes en el Bundestag.
Entre una elección y otra, el partido logró capitalizar el rechazo de parte del electorado a los cambios en la política migratoria del país implementados desde 2015.
Con un discurso basado en la xenofobia y la intolerancia que hizo eco del enfado y frustración de una parte de los alemanes.
Y que despertó el temor de que se trate de un nuevo ascenso de la extrema derecha en ese país.
Hasta que llegó la pandemia de la covid-19.
Entre 2019 y 2020, la intención de voto de AfD cayó al menos cinco puntos porcentuales, de alrededor de 15% a 10%, según la encuesta de febrero del instituto de investigación Infratest Dimap.
La explicación pasa, según los politólogos que conversaron con BBC News Brasil, tanto por la posición errante del partido y sus problemas internos, como por la agresiva respuesta de la canciller Angela Merkel a la crisis sanitaria.
Canciller científica
La popularidad de Merkel, que fluctuó durante sus casi 16 años en el poder, alcanzó un récord en abril de 2020.
Más del 90% de los consultados apoyaron sus medidas contra la pandemia, según la encuesta Infratest Dimap.
La canciller, conocida por sus discursos con similar tono casi siempre, cambió de actitud cuando el coronavirus llegó a Alemania.
Licenciada en Física y doctora en Química cuántica, comprendió la importancia de intentar detener la proliferación del virus entre la población.
En cambio, las autoridades de los estados federales se mostraron reticentes por el costo político de promulgar cuarentenas.
La canciller necesitaba apoyo popular para convencerlos, explica Jasmin Riedl, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Bundeswehr de Múnich.
El 18 de marzo del año pasado, Merkel pronunció un discurso de 12 minutos en televisión y explicó de manera profesional lo que sucedía y lo que se necesitaba hacer.
"Es serio. Tómenlo en serio", afirmó antes de señalar que el coronavirus puede ser probablemente el mayor desafío para Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.
"Merkel es científica. Entiende los números, puede analizarlos. Sabe que no hay una verdad absoluta, que es necesario hacer ajustes (en las políticas) si en la medicina aparecen nuevos hechos. Eso fue importante", indica Ursula Münch, directora de la Academia de Educación Política en Tutzing, Baviera.
Jasmin Riedl, por su parte, agrega que los alemanes entendieron desde el principio, mirando a vecinos como Italia, España y Francia, que la situación era grave. Aquello disminuyó el atractivo de cualquier discurso negacionista o anticiencia.
Falta de propuestas y peleas internas
Al mismo tiempo, Alternativa para Alemania no brindó buenas iniciativas para frenar la crisis. A menudo no lo hizo, apunta Riedl.
En ese sentido, recuerda el debate en el Parlamento sobre el paquete de emergencia contra la crisis que fue "el más rápido que Alemania haya visto, incluso más que el paquete contra la crisis financiera (de 2008) y AfD estaba en una posición pasiva".
"La mayoría de los alemanes los ven (al partido de derecha) como una amenaza para la salud, la sociedad y también la economía", añade Ursula Münch.
Alternativa para Alemania surgió en 2013 en oposición a los planes de la Unión Europea de rescatar a Grecia de la crisis financiera que estalló en 2008 y salvar el euro.
Luego, el discurso de AfD ganó fuerza al enfrentar la audaz política migratoria de puertas abiertas de la canciller en respuesta a la crisis humanitaria generada por la reanudación de la guerra en Siria y los conflictos en Afganistán e Irak.
Sin embargo, con la pandemia, estos temas quedaron fuera de los reflectores.
El politólogo holandés Cas Mudde, autor del libro "The Far Right Today" (La extrema derecha hoy), le explicó a BBC News Brasil que "el cambio de enfoque hacia la salud pública y la economía siempre es problemático para los partidos de extrema derecha".
En el caso específico de Alemania, dice, la veloz respuesta dada por el gobierno en el inicio de la pandemia dejó poco margen para fuertes críticas ya que recibió el apoyo de la mayoría de la población.
Además, señala Mudde, la líder de AfD, Alice Weidel, "carece de carisma y autoridad interna".
La pérdida de popularidad de este partido se produjo principalmente entre los conservadores que en el pasado votaron por frentes como la Unión Demócrata Cristiana (CDU, el partido de Merkel) y su "hermano" en Baviera, la Unión Social Cristiana (CSU).
Ursula Münch sostiene que, además de la falta de buenas propuestas, AfD también se perdió en sus conflictos internos, entre un ala más extrema y otra más moderada.
Además, algunos miembros del partido se acercaron a movimientos como Querdenken ("pensamiento lateral", en traducción literal del alemán), que reúne a negacionistas, antivacunas, antisemitas y otros grupos que propagan teorías de conspiración e información falsa. Algo similar a QAnon en Estados Unidos.
En la pandemia, miembros de estos grupos tomaron las calles y comenzaron a manifestarse, especialmente en agosto.
Sin embargo, su atractivo para la mayoría de los alemanes es pequeño, explica Münch. Y la aproximación de algunos sectores de AfD ayudó a mellar la imagen del partido.
El caso alemán no es la regla
Sin embargo, al observar el desempeño de la extrema derecha en el mundo, no es posible hacer un solo diagnóstico sobre el impacto de la pandemia.
Cas Mudde considera que no se puede decir, por ejemplo, que la gran mayoría de estos movimientos ignoró los riesgos que planteaba el coronavirus.
En un artículo firmado con su colega Jakub Wondreys, reflexiona que las respuestas dadas por los diferentes partidos de extrema derecha, ya sea en gobierno u oposición, fueron múltiples.
Desde puestos de mando, varios de ellos tomaron medidas estrictas para prevenir la proliferación del virus, aunque enmarcaron la pandemia dentro de sus respectivas ideologías y a menudo las sostuvieron desde el autoritarismo y el populismo.
Eso les ayudó a mantener el número de casos y muertes en proporción a la población relativamente bajo, en comparación con los de otros países de Europa.
Sin embargo, es importante señalar que los países gobernados por la extrema derecha en Europa están en las regiones central y oriental, que en general fueron zonas menos afectadas por la covid-19.
La pandemia tampoco desplomó de forma unánime las intenciones de voto de estos movimientos.
El estudio de Mudde y Wondreys analizó 31 partidos entre los Estados miembros de la Unión Europea y encontró que solo la mitad perdió apoyo en la fase más aguda de la primera ola, entre marzo y junio. Del resto, cinco crecieron en las encuestas y diez se mantuvieron estables.
¿Y después del virus?
La trayectoria de Alemania durante la pandemia tuvo altibajos. En un principio, con pruebas masivas para la detección temprana de nuevos casos y un eficaz programa de seguimiento de contactos, se consideró al país como un ejemplo a seguir por los vecinos.
Sin embargo, después de las vacaciones de verano (julio-agosto), el número de casos aumentó y, en noviembre, el gobierno decidió decretar una nueva cuarentena, aunque más leve que la primera.
En diciembre, el volumen de nuevos casos diarios alcanzó un récord y Merkel hizo un llamado emocional a los alemanes para que siguieran las recomendaciones de distanciamiento social durante la temporada navideña y anunció una cuarentena más estricta.
"Si no reducimos los contactos y esta es la última Navidad que pasaremos con nuestros abuelos, habremos fracasado. No podemos permitir que eso suceda", afirmó la canciller aquella vez.
"Lo siento, desde el fondo de mi corazón. Pero el precio que pagamos es la muerte de 590 personas al día, entonces es inaceptable. Tenemos que endurecer las medidas", sentenció Merkel.
El número de casos disminuyó desde mediados de enero, acercándose al objetivo fijado por el gobierno.
En una entrevista el viernes 12 de febrero a la emisora alemana ZDF, Merkel habló sobre lo que consideró errores en la estrategia de Alemania contra la pandemia. Entre ellos la vacilación para declarar un nuevo cierre más duro después del verano europeo y el relativo retraso en decretar el uso de mascarilla obligatoria en la primera ola.
Sin embargo, el apoyo al gobierno se mantuvo más o menos estable durante este período.
La pregunta que persiste en este momento es qué tan duradera será la pérdida de popularidad de AfD.
Münch dice que es difícil hacer predicciones, pero considera que el futuro del partido a corto y mediano plazo dependerá del resultado de las elecciones de septiembre, que definirán quién ocupará el cargo de Merkel.
El experto añade que el espacio que le quede a la extrema derecha dependerá de la situación económica y sus temas centrales como el desempleo.
Además, si la vacunación tiene éxito, la pandemia llega a ser controlada de alguna forma y Merkel mantiene su nivel de apoyo popular, la canciller saliente puede ser una eficaz captadora de votos a favor de la centroderecha.
"Pero las cosas pueden cambiar de rumbo si algo sucede y se divide a la sociedad", añade Riedl.
El pasado reciente muestra que, al explorar los miedos y las ansiedades, un partido es capaz de conectarse con parte del electorado en tiempos de crisis.
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