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COLUMNISTAS


¿Cómo ayudamos a los estudiantes?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 22 mayo, 2019


Más de 925 mil niños y adolescentes actualmente están matriculados en las escuelas y colegios públicos; asisten uniformados y algunos son muy dedicados y otros no tanto. Constituyen el futuro del país; la calidad de la educación que reciben afectará su nivel de vida como adultos y también la capacidad de Costa Rica para competir con otras naciones en la economía global. ¡Y sí, señores educadores, participar en el sistema económico del globo es inevitable!

El año pasado los sindicatos de los educadores recetaron una huelga que eliminó más o menos 60 días de clases; irrecuperables, dejaron un vacío en las vidas y los conocimientos de los alumnos. Ahora la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza APSE, anuncia que para 2019 están organizando un paro de labores todavía “más grande” que probablemente implica más días de cancelación de clases.

No vale la pena hablar de motivaciones de los educadores aparte de decir que la huelga del año pasado y la prometida para 2019 no tiene nada que ver con salarios, horarios, vacaciones o “extras” que reciben estos trabajadores. Tienen objetivos netamente políticos.

¿Cómo podemos ayudar a los estudiantes frente a esta situación? Perder clases tiene tantas implicaciones para ellos y sobre todo fortalece la brecha entre las clases sociales del país. La verdad es que las escuelas y colegios privados no serán afectadas por los paros y los estudiantes que nacieron en hogares con padres que pueden pagar las matrículas recibirán el año completo, igual que en 2018. A estos les irá mejor en los exámenes de admisión de las universidades y tendrán más éxito en cualquier empleo de tiempo parcial que logran obtener en las épocas vacacionales.

Hay otras implicaciones de la falta de clases; jóvenes con demasiado tiempo de ocio ostentan menor resistencia a ciertas tentaciones. Un ejemplo es que aumentan los embarazos precoces. También la experimentación con drogas ilícitas y quizás otros comportamientos ilegales pudieran ocurrir.

Quizás se pudiera convencer a las Juntas de Educación en las comunidades de formar cooperativas y, usando las instalaciones de las escuelas y colegios públicos, ofrecer clases dirigidos por voluntarios. Hay muchos costarricenses educados que pudieran impartir instrucción en áreas como matemáticas, inglés, cómputo, literatura, gramática y, con un poco de ayuda con los textos, pudieran sustituir a los huelguistas. Los sindicalistas los acusarán de “rompehuelgas” pero el objetivo de programas de este tipo sería el de salvar a los educandos.

Las escuelas y colegios privados pudieran ofrecer “becas” (cinco por ciento de su matrícula) a los educandos dejados a la deriva por los profesores en huelga. Por ejemplo, un colegio privado con 200 estudiantes pudiera dar 10 becas de este tipo. Algunas universidades privadas pudieran seguir el ejemplo y pedir a sus profesores a dar clases a nivel secundario.

Mientras que los sindicatos de los educadores se dedican a “salvar la patria” de males imprecisos, los demás podemos movilizarnos y ayudar a los estudiantes. No es justo que los jóvenes paguen el precio de una disputa política entre adultos.


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