Ciencia, tecnología e innovación
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 15 febrero, 2011


Reflexiones
Ciencia, tecnología e innovación
Un secreto muy bien guardado ha sido la renuncia, desde principios del mes de febrero 2011, de la señora Clotilde Fonseca al Ministerio de Ciencia y Tecnología (Micit). La sustituye a partir de hoy un conocedor del tema y del sector, el señor Alejandro Cruz. El telón de fondo de la renuncia de Coti, como le decimos con cariño en el medio, fueron esencialmente las disputas por la direccionalidad y prioridad que se les dará a los recursos del Fonatel, así como, la conveniencia o no del traslado del Viceministerio de Telecomunicaciones y sus competencias al Ministerio de Ciencia y tecnología, entre otros temas menores.
La realidad es que el país ha hecho poco esfuerzo en materia de política industrial y tecnológica en las últimas décadas, la inversión pública y privada en investigación y desarrollo (ciencia y tecnología) no supera ni el 0,5 por ciento del PIB en promedio durante la última década. A pesar de los cambios en materia institucional, la verdad es que en la práctica, se ha postergado el impulso a un nuevo crédito del Banco Interamericano de Desarrollo para ciencia, la tecnología e innovación y los esfuerzos menores, desde un Ministerio que cuenta con todas las buenas intenciones, pero con escaso financiamiento y poder político y pocas competencias técnicas, hacen de la ciencia, la tecnología y la innovación una clara oportunidad perdida para el país.
No es de extrañar entonces que un jerarca reclame mayor inversión y el liderazgo de los recursos de Fonatel, recursos destinados a crear condiciones de equidad de acceso a las nuevas tecnologías a aquellos que, por su condición económica y social, se han quedado excluidos de las mismas. Es de particular interés la tasa de acceso y de uso de Internet, muy por debajo de la media de nuestros países de referencia de nivel medio de desarrollo, así como, la cercanía de los servicios públicos a las nuevas tecnologías, casi nula, para esta población en franca exclusión social. Reviste particular importancia el acceso y uso de tecnologías en zonas rurales y el vínculo de escuelas, hospitales, clínicas, municipalidades y todo tipo de organización comunitaria de bien común a este nuevo mundo digital.
Lamentablemente, los gobiernos no pocas veces se debaten en las carreras de lo urgente y se olvidan de lo importante, afianzar las bases de su economía y su sociedad a mediano y largo plazo. Entre lo urgente por hacer se requiere, alinear la labor que realizan las universidades con actores de apoyo como el Conicit, la Academia de Ciencias y demás entes de soporte y por supuesto, fortalecer el papel rector y de definición de políticas del Micit, pero sobre todo, el imperativo de saldar la deuda de los recursos que se requieren para apuntalar las competencias país en materia científica y tecnológica, sin las cuales no será posible sostener la competitividad y la innovación empresarial de cara a la competencia global.
Leiner Vargas Alfaro
lvargas@una.ac.cr
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