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Chisporroteos

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 12 junio, 2013


Tomo nota de que las solicitudes públicas que hemos formulado la señora Chaverri y el suscrito de que la Comisión Legislativa nos escuche, no serán atendidas


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En los últimos días han aparecido comentarios en la prensa, que se refieren, y las discuten, a algunas de las barbaridades que contiene el proyecto de ley de premios nacionales que la Asamblea Legislativa ha tramitado en el más secreto de los secretos y el más silencioso de los silencios.

Una de las cosas que al proyecto preocupan, es el monto en dinero de los premios, que es lo último que debería preocuparnos. El aumento desorbitado de esos montos fue un grave error de mi muy apreciada amiga Aída Fishman, que despertó codicia donde antes no cabía.
Cuando yo recibí el Magón, consistía en la suma de 14.000 colones, que gasté en ropa y a otra cosa. El premio en efectivo debe ser simbólico, para que no se repitan casos como el que me contó una vez Laureano Albán que le sucedió a él, que, siendo miembro del jurado del Magón, se le acercó un escritor (por cierto de los buenos, seamos francos), a ofrecerle compartir con él el premio si se lo otorgaban. Tomando en cuenta las devaluaciones, el Magón no debería ir más allá de cincuenta mil colones y los Aquileos no exceder de veinte mil.

No veo ninguna razón para sacar el premio de historia de los Aquileos, más bien, manteniéndolo allí, estipular que el premio Magón debe recaer en un cultivador de las letras o artes que los Aquileos premian. Que no se repitan las cosas que ya se han visto, de Magones recaídos en empleados públicos y payasos.

Tomo nota de que las solicitudes públicas que hemos formulado la señora Chaverri y el suscrito de que la Comisión Legislativa nos escuche, no serán atendidas. Los diputados, decía hace muchos años una vecina mía, son “omnímodos”

En fin, una o dos de las burradas que muchos le hemos encontrado al proyecto, se han subsanado y en buena hora. Pero aun así, lo que por ahora va saliendo es pésimo y “omnímodo”, sobre todo en lo que se refiere a la intervención del Ministro de Cultura en el nombramiento de jurados.
 

Alberto F. Cañas

 

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