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Chisporroteos

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Sábado 08 junio, 2013


Amalia Chaverri, pidió públicamente a la comisión legislativa que tramita un proyecto de ley de premios nacionales, que la convoque y la escuche. Yo también he pedido lo mismo


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Cuando uno se da cuenta de los llenazos que experimentan espectáculos de muy alto costo (y muy alto precio de entrada) como el Ballet de Praga y el Circo del Sol, reflexiona sobre cuál es la verdadera situación financiera del costarricense medio, si es más bien que la alta clase media y solamente ella, se ha enriquecido, o efectivamente estamos viviendo en un país próspero, con suficientes habitantes capacitados para incurrir en gastos altos de cultura y diversión.

Mucho hemos progresado en cultura. En los años de mi juventud, la recién fundada Orquesta Sinfónica ofrecía un concierto cada mes que no llenaba nunca el Teatro Nacional ni siquiera cuando tenía solistas de prestigio, pues si acaso la tercera parte del lunetario se llenaba. Claro que la población del país ha crecido brutalmente, pero los conciertos mensuales de la Orquesta Sinfónica se ofrecen dos veces (viernes y domingo) y siempre llenan el teatro.

El crecimiento de la población, es naturalmente uno de los datos básicos. Pero la población no sólo ha crecido sino que se ha cultivado. Hay orquestas sinfónicas en provincias. Hay escuelas de ballet, una de ellas capaz de ofrecer cada diciembre una temporada cada vez mejor de El Cascanueces, como en las grandes capitales.
De los espectáculos vivos, el único que no progresa y es cada vez peor es el teatro. Observe usted que los anuncios de los teatros nunca consignan nombre de autor de las piezas que ofrecen. Son teatro voluntariamente anónimo, que busca atraer un público inculto. Una lástima, en una ciudad que allá por los años ochentas atraía comitivas que desde distintos países del Caribe venían a San José a pasar una semana viendo buen teatro.
La gente sigue comprando menos libros nacionales que hace 25 años, pero la verdad es que eso se debe a la súbita trepada del precio del papel, y las editoriales públicas y privadas no se han unido para pedirle al gobierno que le quite impuestos al papel para que la gente pueda volver a comprar libros. Las cifras que se han publicado sobre los libros que La Nación publica a pecios populares, indican que nuestra gente sigue gustando de la lectura. El secreto está en que La Nación publica libros que ya no causan derechos de autor por su edad. Es una lástima que ningún gobierno haya acogido la idea que un vez sugirió Eduardo Jenkins, de que las casas que construye el Estado se entreguen con una colección de libros costarricenses dentro.

Noto que mi compañera de la Academia de la Lengua Amalia Chaverri, pidió el viernes anterior públicamente a la comisión legislativa que tramita un proyecto de ley de premios nacionales, que la convoque y la escuche. Yo también he pedido lo mismo, pero los diputados no hacen caso. No quieren oír a nadie, salvo a los que propugnan un mamarracho. Reitero la petición de que nos escuchen a doña Amalia y a mí, y a todos aquellos artistas y escritores que lo deseen sobre un proyecto que afecta a toda la cultura, y preocupa a quienes vivimos pensando en ella.

Alberto F. Cañas

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