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Chisporroteos

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 07 noviembre, 2012



A la juventud hay que cultivarla, ponerla en contacto con las más altas creaciones musicales, literarias y culturales en general


CHISPORROTEOS

En realidad, hay cosas que uno no entiende.

La señora Presidente de la República invita a un grupo de muchachas, presumo colegialas, a un espectáculo. Pero en vez de llevarlas a un concierto en el Teatro Nacional, las lleva a una charanga escandalosa de esas que se celebran en el Estadio con ayuda de altoparlantes y un alto nivel de ruido que ya han provocado quejas de los vecinos de Sabana Norte en el Ministerio de Salud.

Se pregunta uno si ese tipo de espectáculo es el que la señora presidente aspira a que disfruten y aprecien los jóvenes costarricenses, y por eso lo escoge para que sea el que presencien las muchachas colegialas. Porque no creo que antes de llevarlas donde las llevó, haya consultado con su Ministro de Cultura que probablemente habríale aconsejado otra cosa, una de las muchas que pasan continuamente por el escenario del Teatro Nacional. Por ejemplo, digo, un recital de una de esas pianistas menores de edad que están dando tanto que hablar por la calidad de sus interpretaciones. Se habría visto muy bien a la Presidente de la República durante uno de esos conciertos, en su palco presidencial y rodeada de jóvenes estudiantes.

A la juventud hay que cultivarla, ponerla en contacto con las más altas creaciones musicales, literarias y culturales en general. Pero la verdad es que en el espectáculo a que llevó a las muchachas, no debió estar ni ella misma. Presumo que no es ése el tipo de espectáculo o de concierto que a ella le gusta, pues siempre he sabido que es una mujer cultivada.

Y ya que me metí por esos andurriales, me siento en la obligación de decir que la Orquesta Sinfónica no debió haber destinado un concierto de abono entero a un resumen completo de una zarzuela muy popular como es Los Gavilanes, pero que no figura entre los mejores ejemplares musicales del género, aunque sea uno de los más populares. Los Gavilanes no es un espectáculo para el Teatro Nacional, sino para el Teatro exRaventós. Muy melodiosa, con un libreto tolerable y bien armado. Pero hay zarzuelas mejores, incluso del mismo compositor Jacinto Guerrero, (El Huésped del Sevillano es una de ellas). No tengo nada contra el género. Es más: me agrada, pero hay que andar con cuidado, sobre todo dentro de la Orquesta Sinfónica. Me atrevo a decir que ya basta de Los Gavilanes. A probar otras cosas.

Igual le diría a la Compañía Lírica, que está empeñada en mantener al público dentro del limitado repertorio que traía el empresario Adolfo Bracale hace cien años, cuidadosamente escogido entre las óperas que podía presentar la pequeña compañía con que viajaba por estos rumbos. Me parece muy bien que anuncien que su próxima presentación será la notable Cavalleria Rusticana, pero, Dios mío, acompañada (como desde hace cien años por la ya insoportable y mediocre Pagliacci. ¿Por qué no por una de las joyas breves que compuso Puccini, o las que abundan de otros compositores? Tchaikovsky tiene una, Yolanda, muy breve, que él consideraba su mejor ópera. Hay no sólo que innovar, sino también que mejorar.

Alberto F. Cañas

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