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CHISPORROTEOS

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Sábado 29 septiembre, 2012



CHISPORROTEOS

Dentro de los abundantes libros que han aparecido desde 2006 en conmemoración del sesquicentenario de la guerra contra los filibusteros, es importante señalar uno de notable categoría, sobre el cual se ha hablado poco, y es el titulado CAÑAS: HOMBRE DE ESTADO Y EMPRESARIO, cuyo autor es el historiador Rafael Angel Méndez Alfaro, libro revelador que por primera vez intenta contar la vida en Costa Rica del militar salvadoreño que se estableció en Costa Rica en 1838, fue importante empresario y funcionario público aquí antes de la guerra contra los filibusteros, y el militar cuya gloria se ha tenido por la mayor dentro de esa guerra.
Este libro sigue la trayectoria de José María Cañas a partir de su ingreso a Costa Rica hasta su escandaloso fusilamiento el 2 de octubre de 1860, y pocas veces una biografía escrita en Costa Rica ha entrado tan hondo en la vida y milagros de un gran personaje histórico, hasta la aparición de este libro con algo de misterioso pues en realidad rara vez los libros que de él se han ocupado o lo han citado, han querido contar no solo sus hazañas bélicas, sino también su vida particular.
Ahora es bueno saber que en los espacios que su vida política le cedió a su actividad privada, Cañas no sólo ejerció su oficio de joyero sino que llegó a ser un notable empresario comercial, principalmente en Puntarenas, y llegó a ser poseedor de una regular fortuna, sobre el paradero de la cual se sabe poco, pero de la información que proporciona este libro, cabe deducir que su viuda no quedó en la miseria, y que fue su acceso a ella, lo que le permitió a su yerno, el héroe peruano Antonio Vallerriestra que se casó con una de sus hijas, Angela, enviar a los dos hijos varones del general a formarse en Europa (con la cooperación del gobierno abiertamente morista de Tomás Guardia), donde uno de ellos, Francisco, falleció en la ciudad de Dresde y, el otro, Rafael, que no conoció a su padre pues no tenía dos años cuando éste fue fusilado, sobrevivió hasta los 84 y es el tronco de donde venimos los Cañas actuales.
A pesar de que no creo que en la historia de la actividad editorial costarricense se haya publicado un libro que contenga más errores de imprenta, faltas de ortografía y disparates de puntuación que ese (de lo cual he dejado constancia en la Junta Directiva de la editorial de la UNED que lo publicó y a cuyo consejo directivo pertenezco y a la cual pedí en vano que suspendiera la publicación del libro mientras se lo corregía para ponerlo en buen estado, el libro parece que va obteniendo buenas ventas y que los lectores le están pasando por alto los disparates que una edición descuidada le proporcionó.
Pero la sorpresa de que no acabo de salir, es que este notable libro sobre el General, lleve la misma firma que uno de los peores que han aparecido con motivo del sesquicentenario: la novela titulada “El General y el Presidente”, que no pasa de ser un interminable diálogo entre Mora y Cañas, sobre todos los temas divinos y humanos, en las últimas horas antes de su infortunado desembarco en Puntarenas que les costó la vida, como si en la realidad hubiesen podido hablar de otra cosa que de la empresa a que venían, escrito ese diálogo en un español culterano poco relacionado con la manera de conversar dos cuñados, lleno de palabrotas impropias de la conversación normal y sin ningún contacto con el idioma familiar costarricense. Baste decir que dos personajes que llevaban más de veinte años de conocerse, intimar y hasta estar emparentados, pues Cañas estaba casado con una hermana de Mora, se tratan de usted casi literariamente, y sin ninguna confianza. Es indudable que Rafael Angel Méndez Alfaro aprendió mucho entre uno y otro libro, y nos ha entregado ahora una pieza de primera categoría que nos invita a olvidarnos de la anterior.

Alberto F. Cañas


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