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CHISPORROTEOS

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 08 agosto, 2012



CHISPORROTEOS


Yo no sé qué estará esperando el gobierno para pedir la derogatoria de esa maldita ley rodrigueña que obliga al gobierno a sacar a licitación las obras públicas, ley que en ciertos círculos es conocida como la ley de la propina.
Durante décadas, el ministerio llamado inicialmente de fomento, y más tarde de obras públicas y modernamente de obras públicas y transportes, runfla de nombres que atestigua la mentalidad costarricense de cambiarle de nombre a las cosas y gastar millones en papelería cada vez que a alguien se le ocurre un cambio, ese ministerio a que me vengo refiriendo, durante décadas construyó carreteras, escuelas, edificios municipales, todo lo que había que construir nacionalmente, sin queja alguna de los gobernados. Ahí están esas obras.
Pero de pronto, surgió la ley de la propina: todas las obras deben sacarse a licitación. Y claro, desde entonces ninguna obra se concluye, ninguna obra sale bien, y todo son escándalos, escandalitos y escandalazos, mientras el Ministerio se iba cerrando, y se le herrumbraron hasta los destornilladores, y nada camina.
Ya va siendo hora de acabar con esa nefasta ley, y de incluir en el próximo presupuesto partidas para volver a comprar desde martillos y clavos hasta tractores, para que el ministerio vuelva a ser un Ministerio, y las obras se construyan por él de manera responsable como ocurría históricamente en Costa Rica hasta que se dictó la ley de la propina.
Un Ministerio que tuvo la capacidad hace más de cien años. de construir una obra inmensa y excelsa como el Ferrocarril al Pacífico, de pronto decidieron poco menos que clausurarlo. Fue en realidad un acto vergonzoso, porque si no fue (y no lo fue) una confesión de incapacidad, fue un deseo manifiesto de que toda obra pública que se emprendiera, fuese un negocio (limpio o sucio) para alguien. ¡Buena manera de fomentar la empresa privada! Y también de establecer dentro del gabinete un cargo que podría llamarse Ministro de Pichuleos.
Tal vez esa sea una buena manera de comenzar la labor más urgente que tendrá que realizar un gobierno de la oposición: derogar leyes estúpidas, leyes locas y leyes contraproducentes.

Alberto F. Cañas

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