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CHISPORROTEOS

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 16 mayo, 2012



CHISPORROTEOS

He seguido con interés la insistencia de Paul Woodbridge, que sostiene que el Museo de Arte Costarricense ha perdido el camino porque su actual directora ha confundido el museo con una sala de exposiciones. Tiene Woodbridge toda la razón.
Hay en San José suficientes salas de exposición tanto públicas como privadas. Aunque el Teatro Nacional clausuró la sala Enrique Echandi, que era probablemente la de mayor prestigio de la ciudad, todavía usa su café como Sala de Exposiciones muy concurrida. Además está la muy prestigiosa sala del Banco Central, y en el propio Ministerio de Cultura hay una muy amplia que, aunque la empleen frecuentemente para exposiciones no artísticas, allí está. Igual sucede con la que lleva el nombre de Raúl Leoni en la Biblioteca Nacional.
De manera que no hace falta convertir el Museo de Arte, que es un museo, en una sala.
Al Museo acude la gente en el afán de contemplar el arte costarricense en su esplendor histórico, no a ver una exposición que puede ser buena o puede no serlo de un artista actual que puede ser genial o puede no serlo. La gente no visita un Museo para ver cosas que no son todavía de museo, y sobre eso es conveniente establecer un punto final.
La señora Florencia Urbina, directora del Museo de Arte Costarricense está obligada a entender esto. Y si no lo entiende, a aprenderlo y aprehenderlo debidamente. El esplendor de nuestro arte está en la hermosa colección del Museo, no en el afortunado artista que logra mantener allí una exposición suya a lo largo de innumerables meses.
Si a la señora directora del Museo no le gusta, como ha dicho, la ley orgánica de la institución que dirige, pruebe a que la Asamblea Legislativa se la reforme conforme al gusto y saber de ella, pero no la viole. El funcionario público debe cumplir las leyes, incluidas las que no le gusten.
Hace muchos meses, una de mis estudiantes de periodismo en la Ulatina, me pidió que la llevara al Museo de Arte porque quería enterarse (ella es provinciana) de lo mejor del arte costarricense, que allí está. No pudimos. Ha intentado varias veces después, según me cuenta, hacerlo, y se sigue encontrando la misma exposición de la primera vez, puede que la más larga exposición que artista costarricense alguno haya logrado.
Bueno, ya la vimos, y ya la vio todo el mundo. Ya la vio muchísima gente que llegó al museo con la intención de ver otra cosa (extranjeros principalmente). Ya es hora de que se vuelva a exhibir lo que se tiene que exhibir.
Ya veremos si Paul Woodbridge consigue que alguna instancia con facultades para ello, ponga las cosas en su lugar, ya que la dirección del Museo no las pone.

Alberto F. Cañas

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