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CHISPORROTEOS

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 15 febrero, 2012



CHISPORROTEOS


Tiene razón Humberto Pacheco cuando ha dicho que el proceso contra Baltasar Garzón es un juicio que debe avergonzar a España.
Baltasar Garzón es un hombre que ha enderezado al mundo. El día que enjuició a Augusto Pinochet es uno de los grandes días de la historia de la humanidad y más concretamente del mundo hispánico, cuando por primera vez un militar golpista, un dictador desalmado, fue despojado de la inmunidad de que disfrutaban todos los bandoleros y asesinos que durante alrededor de dos siglos estuvieron ensuciando, desprestigiando y arruinando a la América Hispana, e impidiéndole progresar. Incluso se sabe (porque los del Norte lo han confesado) que el cuartelazo de Pinochet y asesinato de Salvador Allende fueron preparados por el gobierno de Richard Nixon, lo cual le da al asunto una especie de tercera dimensión.
Y ahora, basándose en una infelicidad profesional, en un truco procedimental de esos que enriquecen a los tinterillos, el juez Garzón ha sido condenado a no poder ejercer durante un número de años (un día habría sido suficiente para desprestigiar al tribunal que dictó la sentencia). Lo que ha quedado claro es que el infame régimen aliado de Hitler que esclavizó a España de 1939 a 1975, está allí todavía, con aliados dentro del Estado que el notable rey Juan Carlos se ha empeñado casi heroicamente en modernizar y civilizar.
Terminó la horrenda guerra civil, y comenzó la etapa de los fusilamientos, que duró un buen número de años, (verdaderos asesinatos como el que al comenzar la guerra cometieron contra Federico García Lorca). Fusilamientos que según el historiador francés Max Gallo, hicieron llegar y sobrepasar la cifra de un millón de muertos que la guerra misma no había alcanzado.
¿Es que la horrenda e injusta guerra civil de 1936-1939 se va a reanudar? ¿Es que los crímenes que cometió el gobierno a partir de lo que llamaron paz no fueron tales?
Baltasar Garzón es uno de los grandes españoles de nuestra época. Una figura insólita, inesperada, que con sus actos ha modificado en sentido positivo la política del mundo. Sugiero que en Costa Rica bauticemos con su nombre una escuela, o un colegio donde se enseñe a los estudiantes el significado de este benefactor de la humanidad.

Alberto F. Cañas

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