CHISPORROTEOS
Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Sábado 28 enero, 2012
CHISPORROTEOS
El fallecimiento de Jorge Manuel Dengo nos sacude a todos. Su desaparición nos obliga a sentirnos un poco huérfanos. Huérfanos de un hombre que siempre estuvo disponible y dispuesto a ayudar, a colaborar, a construir, a todo aquello que sirviera para sacar adelante a este país.
Mi relación con él comenzó de una manera muy superficial. La Escuela Normal de Heredia no concedía título de Bachiller, y para obtenerlo, Jorge Manuel tuvo que venir a presentar los exámenes respectivos al Liceo de Costa Rica, de suerte que obtuvimos el bachillerato juntos.
Una sabia ley (obra de don León Cortés) dictada a raíz de la muerte de su padre don Omar, ordenaba que sus hijos gozaran de beca del Estado costarricense para completar sus estudios. Y así fue cómo Jorge Manuel fue a hacer su carrera de Ingeniero Civil en los Estados Unidos.
Cuando regresó graduado, la Municipalidad de Heredia estaba empeñada en la construcción de una planta eléctrica en Carrillos de Poás, y llamó al joven ingeniero Dengo a que colaborara. Dengo aceptó, se llevó consigo a un grupo de ingenieros recién graduados y la planta fue construida.
Mientras tanto, la Guerra Civil del 48 concluía con la victoria de los rebeldes, y don Chico Orlich (Ministro de Obras Públicas del nuevo gobierno), llamó a Dengo a que se hiciera cargo de la Dirección General de ese Ministerio, para lo cual se llevó consigo a los ingenieros jóvenes que habían trabajado con él en Heredia, sin preguntarles cuál había sido su filiación política antes de la Guerra Civil.
Son conocidas las circunstancias en que Dengo logró convencer al Presidente de la Junta, don Pepe Figueres, de crear una institución autónoma que se encargara del desarrollo eléctrico. Así nació el ICE, y comenzó la parte más espectacular de la carrera de Dengo. Pronto inició la planta de La Garita, y pronto el ICE estaba llevando luz y fuerza eléctrica por todos los rincones del país.
Con frecuencia he escuchado decir que Jorge Manuel Dengo y Rodrigo Facio son los símbolos de la generación que comenzó a predominar en Costa Rica a partir de 1948. En muchos aspectos eso es cierto. Son las dos grandes, indiscutibles figuras de nuestra generación, y a ambos les debe el país obras enormes.
Es cierto que el pueblo eligió a Dengo Primer Vicepresidente de la República en 1986, pero es cierto también que debió elegirlo presidente alguna vez y no lo hizo. La verdad es que cuando alguno le hablaba del asunto, y de la posibilidad de una candidatura suya, se hacía a un lado y manifestaba no tener el carácter apropiado para ejercer la Presidencia en este país.
Hizo bien la Asamblea Legislativa en declararlo Benemérito de la Patria cuando aún vivía. Reconocimiento más que merecido por ese ciudadano ejemplar. Querría expresar personalmente mi condolencia a su familia, y en particular a su hermana María Eugenia con quien me unen viejos vínculos de amistad. Pero la verdad es que esa condolencia hay que expresársela a todos los costarricenses (incluido el autor de estas líneas).
Alberto F. Cañas
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