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CHISPORROTEOS

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Sábado 09 julio, 2011



CHISPORROTEOS


En mayo de 1974 entregué el Ministerio de Cultura a mi sucesora doña Carmen Naranjo. Guido Sáenz seguiría como Viceministro. Pero para sorpresa mía, de la que todavía no me repongo, no hizo la señora Naranjo más que llegar al Ministerio, cuando comenzó a deshacer y desarmar casi todo lo que se había hecho. Respetuosamente le pedí por la prensa que me explicara por qué estaba deshaciendo tantas cosas, pero no se dignó responderme.
Canceló las cuatro revistas que publicábamos; Tertulia, Revista de Costa Rica, Papel Impreso, Letras Nuevas y despidió al jefe de publicaciones, un hombre eminente llamado Víctor Julio Peralta. De paso suspendió la publicación de libros; la serie Quién fue y qué hizo, la serie Del Rescate (que resucitó por decirlo así, la obra de los poetas Juan Diego Braun y Asdrúbal Villalobos, y la del humorista Yoyo Quirós, la serie Nos Ven, de libros extranjeros sobre Costa Rica, dentro de la cual ya estábamos buscando tesis doctorales de universidades extranjeras sobre nuestro país, (ya teníamos una de universidad norteamericana sobre la obra de Fabián Dobles que no me imagino dónde diablos estará ahora) y una serie de libros sobre problemas juveniles. Estaba prohibido publicar libros de gente del Ministerio. Pero en la administración Carazo publicaron uno original del Viceministro, y luego algún Ministro hizo una edición, dicen que de diez mil ejemplares de un trabajo suyo, siendo esos los únicos libros que el Ministerio publicó en los respectivos gobiernos. Los libros que en mi tiempo se publicaron, nos habían servido para financiar obras culturales, deportivas y juveniles. Como el Gobierno no puede vender libros, los obsequiábamos al grupo que se pretendía favorecer, y se le enviaba la edición a EDUCA para que la vendiera, y entregara el producto a la entidad respectiva. Lo mismo se hacía con los discos, y con la disquera Discolandia.
Así financiamos, entre otras cosas, la piscina María del Milagro París en La Sabana, y la participación de esa nadadora en algún certamen en Colombia. El departamento de radio a cargo de José Tassies y más tarde de Graciela Moreno, producía un programa semanal sobre Costa Rica y su cultura, que se enviaba en casettes a las radioemisoras universitarias de Latinoamérica, que pedían más. Todo eso lo canceló la señora Naranjo.
Además, habíamos llegado a un convenio con España para que nos abriera un crédito y nos vendiera los materiales para iniciar la construcción de un viejo sueño de don Pepe Figueres: una televisora cultural “una pequeña BBC”.
Cuando durante el gobierno siguiente España pidió que se concretara el negocio, la Ministra Naranjo anunció por la prensa que ella era la Ministra que no viajaba. Se indignaron los otros miembros del gabinete, logrando de alguna manera la caída de la Ministra, y el Ministro de Educación Fernando Volio viajo a España. Así, la televisión y la radio nacionales salieron del Ministro de Cultura, para no regresar jamás, pues ni Guido Sáenz ni ninguno de sus sucesores se preocuparon nunca de pedir que las devolvieran donde les correspondía estar.
También canceló la edición de discos. Habíamos grabado varios que tuvieron mucha aceptación: Poemas de Jorge Debravo dichos por los mejores actores y actrices de nuestro teatro, dos piezas de cámara de don Julio Fonseca y las Concherías de Aquileo dichas por Carmen Granados y Zoilo Peñaranda.
Estos fueron los únicos discos que produjo el Ministerio (salvo uno de cierta violinista medio tica a la que incluso le obsequiaron un violín y que jamás volvió a acordarse de Costa Rica.
El disco con música de Fonseca cometí la imprudencia de anunciarlo como el primero de su obra completa que grabaríamos, pues el catálogo de esa obra lo había establecido con certeza nuestro Departamento de Música, a cargo de Bernal Flores. El departamento y don Bernal también desaparecieron.
Un Departamento de Arquitectura a cargo de Quico Quirós, había iniciado el trabajo de establecer la obra de nuestros arquitectos del siglo XIX, y tenía casi terminado el trabajo sobre el arquitecto Jaime Carranza, fotografías de cuyas obras existentes se estaban coleccionando. Nadie sabe qué se hizo ese departamento ni qué se hizo el trabajo iniciado. Simplemente todo desapareció en cosa de meses. Creo que debo seguir. Seguiré, porque he guardado silencio durante más tiempo de lo que es prudente.

Alberto F. Cañas

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