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Chisporroteos

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 25 mayo, 2011



CHISPORROTEOS

En estos días tuvo lugar la entrega de los premios llamados nacionales, y de otros que han sido asimilados a ellos. Lo que me gustaría saber es a quien le entregaron el premio Aquileo Echeverría de arte (por cierto el primero que se ha concedido en arquitectura, porque el fallo del jurado señaló (violando la ley) que se lo concedía a un edificio y no a un artista. ¿Se habrá emitido un giro a nombre de un edificio?
Yo creí que el Ministro de Cultura, que es hombre de inteligencia reconocida, iba a rechazar el fallo y ordenar al jurado que dijera a quien le concedía el premio. Si lo hizo, nadie se enteró. Pero siempre quedará ese fallo para ser incluido algún día en el libro Guinness.
No me explico que haya autorizado que en la calle que corre al este de La Sabana, la acera donde están el Liceo Dobles Segreda y el Gimnasio Nacional se haya convertido en una antiestética y estrafalaria colección de avisotes comerciales. Creo que son los primeros avisos comerciales que se instalan en una propiedad pública y ojalá que los próximos no los coloquen en el Teatro Nacional o en la Casa Presidencial. Ya va siendo hora de que nos dé vergüenza el creciente afeamiento de la capital, convertida en una colección de avisos.
Y que no digan que eso es imitación de los Estados Unidos. En meses recientes he viajado por Alabama, Georgia y Carolina del Norte, y en las carreteras de esos estados no se ve un solo aviso comercial. Sólo los que sirven de guía o indicación a los viajeros sobre gasolineras, hoteles, y restaurantes cercanos. Y es que los avisos distraen la atención de los conductores de vehículos y pueden ser fuente y origen de accidentes… en los cuales puede fallecer un eventual cliente de algún anunciante.
Pero lo más terrible, ya un día de estos lo mencioné, es la hermosa iglesia de La Merced, uno de los edificios clásicos de San José, desfigurada por avisos comerciales hasta en sus propias puertas.
Durante mucho tiempo se afirmó que el gobierno había conseguido disminuir el costo de la construcción de carreteras y otras obras públicas, aplicando una ley llamada de plusvalía emitida durante el gobierno de don Alfredo González. Pero hace algunos años vengo leyendo que hay proyectos que se atrasan porque no hay con qué pagar las expropiaciones. La ley de don Alfredo compensa el precio de lo expropiado con el aumento de valor del terreno que le queda al dueño. ¿Qué sucede? ¿Derogaron la ley de plusvalía? ¿Cuándo? Y si no está derogada es cuestión de preguntarse, con malicia y mala intención, por qué no la aplican.

Alberto F. Cañas
afcanas@intnet.co.cr

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