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Chisporroteos

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Sábado 21 mayo, 2011



Chisporroteos


La diputación liberacionista, que desde el 1 de mayo del año pasado a la fecha ha cometido la mayor cantidad de imprudencias de que haya memoria, incluida la de proclamarse victoriosa en una elección en la que solo obtuvo 24 votos, ahora anda buscando cómo contrarrestar o evitar las consecuencias lógicas e inevitables de la derrota que le propinaron los diputados de oposición.
Ahora han anunciado que recurrirán a la Sala Cuarta, porque el directorio de la Asamblea, al integrar las comisiones permanentes, no les dio a los liberacionistas los asientos que ellos pretendían. Lo mismo que ocurría con los directorios liberacionistas que no les daban a los de oposición los asientos que pretendían. Salsa para la gansa, igual a la salsa para el ganso.
Es claro que en eso de la facultad que tiene el directorio para integrar las comisiones permanentes, no hay ningún problema de constitucionalidad, pero con la Sala Cuarta nunca se sabe. Yo recuerdo muy bien cuando le ordenó a la Asamblea Legislativa juramentar a un funcionario cuyo nombramiento lo habíamos puesto muchos diputados en tela de duda.
Bien, me imagino que los liberacionistas pretenderán, con la gestión que han anunciado, que la Sala le ordene al Poder Legislativo que integre las comisiones permanentes de acuerdo con lo que a la bendita Sala se le ocurra.
Pero como decía mi bisabuela, aquí te quiero ver Dorila. Espero que el directorio de la Asamblea no permita que nadie le dé órdenes y que si la Sala se atreve a hacerlo, las desconozca como provenientes de quien no tiene derecho a darlas, y que de una vez se arme el conflicto que hace tiempo se viene vislumbrando entre los 57 diputados elegidos por el pueblo, y unos señores que, nombrados por la Asamblea, no ostentan representación popular.
Que de una vez por todas, la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica declare que no acata órdenes ni instrucciones de nadie. Pues si la soberanía como dice el artículo 2 de la Constitución, reside en la Nación, o sea en el pueblo, solo pueden ejercerla quienes hayan sido elegidos por la Nación.
Si la fracción liberacionista mete la pata y la Sala Cuarta le hace caso, que el Directorio de la Asamblea levante la bandera de la democracia, de la soberanía y de la cordura. El país no puede estar en manos de unos cuantos magistrados ocurrentes que no le deben su posición al pueblo, ni pueden dar órdenes a los elegidos por el pueblo.

Alberto F. Cañas
afcanas@intnet.co.cr



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