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Chile: la rebelión de los jóvenes

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 02 septiembre, 2011



Chile: la rebelión de los jóvenes


Si por razones económicas yo hubiese tenido que enviar a la universidad solo a uno de mis tres hijos, también estaría marchando. Así se expresó el nuevo Ministro de Economía de Chile, Pablo Longueira, uno de los más importantes dirigentes del mayor partido de gobierno. Chile está pasando por tiempos convulsos, por más de tres meses los estudiantes han estado movilizados y han tenido un importante respaldo de la ciudadanía.
Chile ha mostrado musculatura en su economía, en la capacidad para gestar una infraestructura vial envidiable, en su capacidad para llegar a acuerdos políticos sobre asuntos claves para su desarrollo, en la superación de ideologías extremas, en alcanzar una buena posición en los indicadores que miden la corrupción.
La dictadura dejó al país con el 45,1% de la población sumida en la pobreza, de los cuales el 17,4% estaba en la indigencia. Hacia 2006 la Concertación ya había logrado bajar la pobreza al 13,7%, incluida una indigencia del 3,2%, cifras que se han mantenido con leves variaciones.
El avance ha sido contundente, pero el desarrollo fue dejando en el camino algunas cargas que se fueron acumulando y poco se hizo al respecto, entre las cuales se encuentra el sistema educativo, basado en un modelo heredado de la dictadura.
Los modelos económicos tienen poca flexibilidad para provocar en ellos cambios significativos. Si usted saca o pone piezas en la torre que ha construido, hay peligro de derrumbes, porque casi todo es interdependiente. Y esta torre se diseñó con algunos conceptos de inequidad, lo que ha buscado atenuar los gobiernos posteriores a la dictadura, incluso el actual, pero no es tarea fácil.
En la génesis del problema educativo actual confluyen cuatro elementos. La dictadura había intervenido a las universidades públicas nombrando autoridades militares y obligando a los estudiantes a pagar altos aranceles. Segundo, se crearon universidades privadas que también cobran los más altos aranceles de América Latina. Tercero, con la mitad de la población en el nivel de pobreza e indigencia, el acceso a la educación fue un sueño. Cuarto, se entregó a escuelas y colegios a las municipalidades, donde la calidad quedó supeditada a los recursos y a la capacidad o incapacidad de cada municipio. Hasta el INACAP (equivalente al INA) se privatizó y dejó de ser accesible para gran parte de los jóvenes.
Quienes hoy protestan son los hijos de esos jóvenes que vieron frustradas sus esperanzas. En Chile el voto es un derecho y una obligación, por lo que es penado el no ejercerlo. Resultado: una enorme masa de jóvenes no se inscribe y está ausente de los procesos electorales. Los partidos políticos soslayaron el problema.
Mañana el Presidente Piñera recibirá a los dirigentes de este movimiento. El fantasma que rodea todo esto es el epílogo de la revolución de los pingüinos de 2006: concluyó con una serie de ofrecimientos a los estudiantes… que nunca se cumplieron. El país camina con solidez, casi nadie desea cambios bruscos, pero urge hacer ajustes.

Arturo Jofré
arturojofre@gmail.com

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