“Chaparritos de Oro” y la Vuelta al Mundo del Saprissa, hitos históricos
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 04 septiembre, 2019
La pluma maestra del colega, José María Penabad López, dibuja una gratificante pintura del fútbol costarricense, a la cual tituló: “Escuela para forjar estrellas del fútbol”, y que reproduciremos en tres entregas en la Nota de Tano.
Capítulo 1:
“El ADN del costarricense conlleva la molécula genética del futbol; el balompié seduce, atrae, apasiona al tico con devoción cuasi religiosa.
Discuten altos y bajos, ellas y ellos.
El ambiente vibra y se emociona en las canchas y fuera de los recintos deportivos, pues cada quien tiene su equipo favorito pero hay unánime simpatía para la Selección Nacional.
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Habría que viajar por el túnel del tiempo para retroceder al siglo XVI, cuando los colegios británicos incluyen, en sus disciplinas deportivas, el enfrentamiento de dos equipos en una cancha, utilizando la destreza física individual para ¨zapatear¨ una bola de cuero hasta superar, traspasar, “ábrete, Sésamo, la línea de un reducto, guardería territorial.
Cuantas menos pelotas franqueen los nidos de una y otra parte, mejor será la victoria.
Si los sitios se mantienen cerrados, registran empate.
Vía marítima, puertos de Limón y Puntarenas, bienvenido, balompié.
Y cuando nace en Tilarán (1956) el niño un millón, proporcionalmente a sus habitantes, luce Costa Rica como primer país americano con más clubes de Primera División; vean: Deportivo Saprissa, Alajuelense, Herediano, Cartaginés, La Libertad, Orión, Gimnástica Española, Moravia, Uruguay de Coronado, Universidad.
En Marzo de 1956, consagración internacional; la Selección ocupa el tercer lugar, por encima de Perú, México y Chile, en el II Panamericano celebrado en el país azteca.
Brasil, campeón, Argentina, segundo.
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La Prensa local bautiza a los geniales ticos como Chaparritos de oro, el sin par, Luis Cartin, informaba por radio, el cine Palace pasaba películas con escenas de los partidos cuya entrada suponía el entusiasta desembolso de, aproximados, 80 céntimos de colón.
El non plus ultra del esplendor futbolístico costarricense surgió a partir del 29 de marzo de 1959, cuando el Deportivo Saprissa, cual navegante solitario, años del Siglo de Oro, circundaba el planeta.
El empresario Fritz A. Leer organizó el singular periplo; no por ruta marítima, sino por los cielos de Dios.
El entrenador Eduardo Viso Abella fue el Julio Verne de la aventura: La Vuelta al Mundo en 70 días”.
gpandolfo@larepublica.net
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