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Cemento o cerebro... Panamá contra Costa Rica

Oscar Rodriguez orodriguez@larepublica.net | Miércoles 01 febrero, 2012




Muchas obras panameñas, poco empleo calificado
Cemento o cerebro...Panamá contra Costa Rica

Ticos preparados, con una pésima infraestructura

Panamá y Costa Rica están en disputa por la supremacía en el istmo.
El aspecto fuerte del primero es el desarrollo de una super infraestructura, pero queda atrasado en la preparación de los trabajadores.
Por otro lado, Costa Rica tiene un impresionante nivel de desarrollo educativo; sin embargo, la infraestructura nacional queda medio colapsada.
Así que podemos decir en términos resumidos, que se trata de una lucha entre el cemento y el cerebro —a ver quién gana.

Panamá
Por cierto, nuestro vecino apuesta a la infraestructura como motor vital del desarrollo de su economía.
Como parte de este plan, Panamá anunció, la semana pasada, la edificación de un nuevo Centro de Convenciones por casi $160 millones. Además inauguró una nueva terminal en el aeropuerto de Tocumen que costó $100 millones.
Los dos proyectos son parte de una estrategia de convertirse en un centro logístico a escala mundial, como lo son Hong Kong y Singapur.
El aeropuerto internacional Tocumen ya es el Hub de las Américas, con más vuelos de conexión a Latinoamérica y el Caribe, que cualquier otro.
Mientras, más de 5 millones de pasajeros pasan ya por la terminal de Tocumen, muchos de ellos empresarios y profesionales, a quienes un Centro de Convenciones les daría otra razón para hacer negocios en Panamá.
Las dos obras son solo parte de un ambicioso plan de desarrollo por casi $14 mil millones que el país desarrollará hasta 2014.
Entre las principales obras, el proyecto incluye la ampliación del Canal de Panamá, con una inversión de más de $5 mil millones, la construcción del nuevo metro de la ciudad capital, a un costo de unos $1,8 mil millones, la ampliación de los puertos y mejoras en la red eléctrica.
Este impulso panameño cuenta con bases históricas, comenzando con la construcción del canal interoceánico a inicios del siglo pasado.
“La inversión pública que realizamos dará mayor rentabilidad en términos de crecimiento de la economía y empleo”, dijo Frank de Lima, ministro de Economía y Finanzas de Panamá.
La estrategia ha dado resultados positivos en favor de la población panameña, pues el desempleo es de tan solo un 3%, mientras que el ingreso anual de cada persona fue de $13 mil el año pasado, tras un extraordinario crecimiento del 58% en los últimos cinco años.
Esta bonanza se ha producido gracias a los planes de construcción.
No obstante, Panamá considera que las distintas obras, una vez terminadas, serán proyectos que brindarán empleo permanente.
El lunar en el milagro panameño es la formación de sus trabajadores.
De hecho, tiene el segundo peor sistema educativo en Latinoamérica, según el último certamen global de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos hecho entre los estudiantes de colegio de 15 años. Solo Perú obtuvo peores resultados en el estudio, que analiza la comprensión de los jóvenes en las áreas de lectura, ciencia y matemáticas.
Solo un 18% de los panameños en edad de trabajar tiene estudios universitarios o técnicos.
“La mejora económica ha dejado al descubierto un sistema educativo anacrónico”, dijo Domingo Latorraca, socio de Deloitte Panamá.
Hay una tremenda presión en la demanda de mano de obra calificada.
Actualmente casi el 40% de las empresas panameñas reconoce que tiene dificultades para encontrar el talento necesario para sus puestos de trabajo, muestra un estudio de Manpower Centroamérica.
El mayor déficit es de ingenieros, técnicos y personal de finanzas y contabilidad.
Ante la dificultad de llenar las plazas vacantes, el Gobierno decidió flexibilizar la llegada de personal con alta calificación en el extranjero.
Un 68% de los foráneos que trabajan en Panamá, está en un puesto que requiere alta preparación.
“Las empresas buscan mover personal de otros países hacia Panamá que tenga la preparación adecuada para los nuevos puestos”, explica Eric Quesada, director regional de Manpower Centroamérica.
Por su parte, el presidente Ricardo Martinelli planea invertir casi la mitad del presupuesto de su administración de unos $14 mil millones durante cinco años en proyectos sociales, incluida el área de educación pública y su red eléctrica.


Costa Rica

En tanto, Costa Rica pinta un retrato nacional, que es el inverso del panameño —o sea, con mucho énfasis en el ámbito social, mientras que el desarrollo de la infraestructura queda casi paralizado.
En lo que a desarrollo humano se refiere, el Estado costarricense prevé destinar no menos de un 18% del equivalente a su producción nacional en gasto social este año.
La inversión histórica del país, en sectores como educación y salud, es lo que ha permitido alcanzar un mejor desarrollo intelectual.
En los resultados del último certamen de la OCDE, anunciados en diciembre pasado, los jóvenes ticos quedaron en segundo lugar en las áreas de lectura y ciencias, únicamente detrás de Chile, y en la cuarta posición en matemáticas, entre los diez países latinoamericanos que participaron en la prueba.
El éxito educativo permite que haya profesionales como ingenieros y técnicos en alta tecnología, quienes suman el 30% de la fuerza laboral.
“La oferta educativa del país ha crecido y se ha adaptado a las necesidades del mercado laboral moderno”, dijo Quesada.
Además, cada vez hay más instituciones educativas superiores, privadas y públicas, que fortalecen su plan de estudio y responden a la demanda empresarial.
La Ulatina, el Instituto Politécnico Internacional, la Universidad Americana y la Universidad Técnica Nacional son ejemplo de las que dan mayor énfasis al sector de servicios de tecnología.
La estimación es que, en los próximos dos años, multinacionales de ese sector necesiten contratar a unos 50 mil trabajadores adicionales.
“En Costa Rica son fundamentales las carreras en altas tecnologías, junto con el manejo del inglés”, afirmó Arlette Sánchez, directora ejecutiva del Instituto Politécnico Internacional.
Compañías como Bridgestone, IBM y Ernst & Young escogieron el año anterior a Costa Rica para desarrollar su plataforma de servicios que requieren un alto valor agregado de los profesionales.
A setiembre pasado, la inversión de esta industria alcanzó los $470 millones, un 10% más que en el mismo periodo de 2010.
“La alta tecnología representó el año pasado el 30% del total de empleos del sector privado”, dijo Gabriela Llobet, directora de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo.
Además el empresariado nacional tiene éxito en la industria del turismo debido a que sus trabajadores poseen un nivel aceptable de inglés y de servicio al cliente.
Sin embargo, Costa Rica ha fracasado rotundamente en brindar una infraestructura moderna.
Desde hace al menos cinco años, más de $1,3 mil millones han estado disponibles para el desarrollo de proyectos de infraestructura nacional, de los cuales se ha utilizado tan solo un 20%.
El dinero, obtenido a través de créditos internacionales, es para proyectos productivos, desde los puentes mortales hasta la carretera de San Carlos, y desde el proyecto Limón Ciudad Puerto hasta el alcantarillado sanitario de San José, entre muchos otros.
En electricidad, Costa Rica enfrenta el reto de aumentar su capacidad instalada de energía, cada vez depende más de la térmica que es muy cara y golpea a las familias y los empresarios.
Nadie sabe cuál de los dos países ganará esta lucha desigual entre el cemento y el cerebro.
Por cierto, debería ser más fácil y rápido construir una carretera o un puerto, que mejorar el nivel educativo de un país.
Sin embargo, con el desarrollo de la infraestructura costarricense a paso de tortuga, todo es posible.
Oscar Rodríguez
orodriguez@larepublica.net






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