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Miércoles, 11 de diciembre de 2024



INVERSIONISTA


Calificadoras tuvieron responsabilidad en crisis

| Lunes 29 septiembre, 2008




Calificadoras tuvieron responsabilidad en crisis

Entidades cambiaron calificaciones de los instrumentos respaldados por hipotecas

Elliot Blair Smith
Bloomberg

Frank Raiter dice que la empresa para la que trabajaba, Standard & Poor's, colocó un letrero de “en venta” a su reputación el 20 de marzo de 2001. Ese día, un miembro de la comisión ejecutiva de S&P a cargo del área de hipotecas le ordenó calificar una inversión inmobiliaria que Raiter nunca había revisado.
S&P competía por las comisiones correspondientes a un acuerdo de $484 millones llamado Pinstripe I CDO Ltd., dice Raiter. Pinstripe era uno de los nuevos productos de finanzas estructuradas que impulsaron el crecimiento de Wall Street. Compraría instrumentos hipotecarios que solo un competidor de S&P había analizado, pese a que utilizar la calificación de un competidor violaba la política de la empresa, según correos electrónicos internos examinados por Bloomberg.
“Me negué a aceptar algunas de estas cosas, y no sé cómo les daban la vuelta”, dice Raiter, de 61 años, ex director gerente de S&P cuya división calificó el 85% de todos los acuerdos de hipotecas residenciales de entonces. “Pensaron que habían descubierto una máquina de ganar dinero que distribuiría el riesgo tanto que nadie saldría afectado nunca”.
Depender del análisis de un competidor fue uno de una serie de atajos que socavaron las calificaciones asignadas por S&P y su rival Moody's Corp., según Raiter. Las calificaciones erróneas de AAA asignadas a instrumentos respaldados por hipotecas que se convirtieron en basura se encuentran ahora en el centro de la mayor crisis del sistema financiero desde la Gran Depresión, según Raiter y más de 50 ex profesionales de calificaciones, responsables de la banca de inversión, académicos y consultores.
“Creo que las calificadoras son uno de los principales culpables”, dice Joseph Stiglitz, de 65 años, el Premio Nobel de economía y catedrático de Columbia University de Nueva York. “Fueron quienes hicieron la alquimia que convirtió los instrumentos de calificación F en A. Los bancos no podrían haber hecho lo que hicieron sin la complicidad de las calificadoras”.
Motivadas por la competencia por comisiones y cuota de mercado, entre 2002 y 2007 las calificadoras de Nueva York asignaron las máximas calificaciones a deuda que incluía $3,2 billones en préstamos a clientes con mal historial crediticio e ingresos no comprobados. Conforme los prestatarios “subprime” incumplían sus pagos, las empresas rebajaron la calificación asignada a más de tres cuartos de los instrumentos estructurados de inversión conocidos como CDO (obligaciones con garantía de un fondo de deuda) emitidos en los dos últimos años y que originalmente recibieron una calificación de AAA.







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