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Calidades, prejuicios y epidermis delicadas

Humberto Pacheco humberto.pacheco@pachecocoto.com | Martes 08 abril, 2014


La conducta delictiva se debe individualizar por persona, sin ligarla necesariamente a un gremio


Trotando Mundos

Calidades, prejuicios y epidermis delicadas

Abrimos con una nota positiva reconociendo a un costarricense que ha aportado mucho a este país bajo el perfil silencioso de los grandes. Trabajando hasta hoy- en que muy pasada su edad para retirarse sigue con la misma dedicación- ha dejado una estela de eficiencia e inmaculada honradez en su camino. Nos referimos a don Abundio Gutiérrez Matarrita quien, más que muchos, es material “benemeritable”.
Nos pareció muy bueno que se baraje el nombre del diputado Mario Redondo para presidir la Asamblea Legislativa. Don Mario es persona ecuánime que participa del diálogo sin fanatismo. En su anterior ejercicio de la Presidencia de la Asamblea se desenvolvió con equidad. Ahora, más experimentado, podemos esperar más. Es de las excepciones en que vale la pena rescatar la experiencia.
Traemos a la atención de nuestros lectores el artículo “El prejuicio del clasismo”, de doña Silvia Castro, publicado en La República. Aborda de manera inequívoca la conducta del prejuicio, cada vez más generalizada en nuestro medio.
Los procesos raciales han sido llevados a los estadios. De ahí, que con pena ajena por los fanáticos cartagineses ya reincidentes, nos solidarizamos con el distinguido entrenador del Uruguay don Carlos Watson y con los jugadores que se consideraron ofendidos. Nosotros también creemos que este incidente le salió barato al Cartaginés. Talvez le tuvieron lástima por la crisis que está viviendo.
Ni aún la conducta provocativa de un jugador uruguayo debió tener por respuesta el racismo. En los estadios abundan las malas palabras que pudieron usar y, aunque eso también lo repudiamos, no habríamos pensado dos veces sí el insulto de los fanáticos beligerantes no lo hubieran teñido de racial.
Igual situación se da cuando los medios le señalan la comisión de un delito a alguien aplicándole el calificativo de empresario. Empresario es quien construye una empresa, arriesgando sus propios medios y dando empleo y bienestar a sus trabajadores. Pero esa palabra ha sido satanizada. No hace mucho leímos en una conocida columna como llamaban empresario a un tipo que de choricero no pasaba.
La conducta delictiva se debe individualizar por persona, sin ligarla necesariamente a un gremio, pues eso lanza un manto de ignominia sobre todos, aunque los demás que lo integren sean totalmente correctos.
Podríamos seguir pero la verdad es que el artículo de doña Silvia fue claro en recomendar una actitud más justa. Léanlo.
Y a propósito de humanidad podrida, no podemos dejar pasar desapercibido el coraje de la mujer venezolana en la ordalía que está viviendo ese pobre pueblo. A una diputada valiente que regresa a su país, pese a que atrabiliariamente le quitaron su inmunidad, se suma una ex-reina de belleza- Stefanía Fernández- quien se atreve a posar en una foto, dramáticamente amordazada, para criticar al despótico régimen. Estas damas nos recuerdan- aunque éramos muy jovencillos- a las heroínas costarricenses del 2 de agosto. En instancias como éstas hablar de igualdad ya no corresponde porque esas mujeres se elevaron por encima de muchos hombres. Que coraje.
Pena nos dio que el Herediano removiera a un buen entrenador porque a todas luces no le caía bien a alguien. La rigurosidad de don Marvin Solano no le sentó a estrellitas, dirigentes o fanáticos que querían que les prodigara dulzura. Sí existe razón que justifique el despido, nos gustaría conocerla. Hasta ahora todo parece producto de epidermis egocéntricas.
Cuidado que además se viene abajo el exitoso equipo.

Humberto Pacheco A
vikocr@racsa.co.cr
 

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