Con tecnología pretenden evitar venta en el país

Cacería contra medicinas falsas

Alianza permitiría instaurar sistema de código de barras

A través de una alianza con la asociación GS1, la Caja pretende montar una cacería contra la venta de medicamentos falsos en el país.
Actualmente se desconoce la magnitud del problema, ya que es imposible contabilizar la cantidad de medicamentos que ingresan a través de las vías del contrabando. Aun así, se estima que alrededor de un 15% de los fármacos que se comercializan en el mundo es falsificado, según la Organización Mundial de la Salud.

Hasta ahora, la entidad solo puede realizar exámenes de laboratorio a los fármacos que compra antes y después de recibirlos, para detectar estos casos antes de que lleguen a manos de los asegurados.
La alianza con GS1 permitirá crear un sistema de código de barras mediante el cual se registrarán todos los lotes que ingresen al país.
Se trata de Data Matrix que permite monitorear número de lote, fecha de vencimiento para cada medicamento y en caso de darse una alerta sanitaria se podría hacer un retiro inmediato y exacto.
Este código será exclusivo para los medicamentos, y aunque no será la solución definitiva a este problema, constituye una herramienta más.
Otras empresas como Fischel utilizan un sistema informático que registra a sus clientes en un archivo electrónico, con el cual se controlará el tipo de producto adquirido, fecha y lugar.
En caso de que se determine que el producto adquirido presenta algún problema o que esté en mal estado se podrá ubicar a la persona que lo adquirió e informarle de la situación para que no lo consuma más y hacer el retiro inmediato de los productos
Por su parte la Caja asegura que analiza los componentes de las medicinas que compra, pues antes de adquirirlas lleva las muestras a un laboratorio para verificar cantidades e ingredientes.
Usted puede detectar medicinas de este tipo cuando nota cambios en las envolturas incluso en la forma y el color de las pastillas.
Las consecuencias a la salud pueden ser mortales.

Angie Calvo
acalvo@larepublica.net