Bush acude por primera vez a Israel y Cisjordania
| Lunes 07 enero, 2008
Visita pretende agilizar y reforzar negociación de paz
Bush acude por primera vez a Israel y Cisjordania
• Gira incluirá Egipto y el Golfo Pérsico en busca de apoyo para aislar a Irán
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pretende reforzar las negociaciones de paz en Oriente Medio con su primera visita desde que está en la Casa Blanca a Israel y los territorios palestinos, hacia donde partirá mañana.
Durante la visita también recorrerá cuatro países del Golfo Pérsico y Egipto, en una gira en la que buscará el apoyo de las naciones de la región para aislar a Irán.
Además, se esperan posibles paradas sorpresa en Irak y el Líbano, donde la administración estadounidense ha dado todo su apoyo al gobierno de Fuad Siniora, que se encuentra en una posición muy precaria por la crisis política que atraviesa el país.
La visita de Bush a la región se encuadra en su empeño, convencido por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, de relanzar en su último año de mandato el diálogo entre israelíes y palestinos.
Su presencia en Jerusalén, Ramalah y Galilea durante tres días tendrá un contenido simbólico, pero a juicio de algunos comentaristas no irá mucho más allá.
“Habrá algunos acuerdos sobre cambios cosméticos (en las relaciones entre palestinos e israelíes), pero eso será todo”, afirmó Paul Scham, analista del Instituto de Oriente Medio, un centro de estudios independiente.
No es esa la visión de Stephen Hadley, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quien ha dicho que la mera visita de Bush “dará un impulso a las negociaciones”.
Si es así, resulta extraño que el Presidente no haya pisado la disputada Tierra Santa desde que lo hiciera en 1998 como gobernador del estado de Texas. En comparación, su antecesor, Bill Clinton, estuvo allí cuatro veces en sus ocho años en el poder.
En lugar de dedicarse a un asunto que había dado pocas ganancias a sus predecesores, Bush apostó en su primer mandato por impulsar una metamorfosis democrática en Irak, que debía provocar un efecto dominó en el resto de las naciones autocráticas de Oriente Medio y facilitar la resolución del conflicto árabe-israelí.
Esa estrategia ha probado ser poco más que una colección de buenos deseos y el Gobierno de Bush la ha enterrado silenciosamente, según los analistas.
“Tras prometer transformar Oriente Medio, la administración ha aceptado la situación tal como está y ahora ha recurrido al tipo de diplomacia gradual que habían seguido sus antecesores y que este Gobierno había rechazado con desdén”, dijo en una rueda de prensa Jon Alterman, director del programa sobre Oriente Medio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, en inglés).
El propio Hadley ha reconocido que hay un estancamiento en la marcha hacia la democracia en la región.
El “ritmo de los progresos no ha continuado de la forma que esperábamos”, aceptó Hadley, quien lo achacó no a un problema con la estrategia estadounidense sino a los efectos de la victoria del grupo integrista Hamas en las elecciones palestinas en 2006.
“La elección de Hamas hizo a los países pensárselo dos veces”, dijo. Pero su victoria también refleja la paradoja de la política de Estados Unidos, que se niega a tratar con ese grupo integrista palestino pese a que fue elegido democráticamente.
En el Golfo Pérsico el objetivo de la Administración Bush es cimentar “una relación de seguridad para la próxima década. Ése es el legado que quiere dejar este Gobierno”, según Graeme Bannerman, director de la consultora Bannerman Associates.
El objetivo de la alianza es contener las tentaciones militaristas de Irán.
Pero los países de la región habían dudado en subirse a ese carro al tiempo que la administración estadounidense evitaba mediar en el conflicto palestino-israelí, en opinión de Bannerman.
La Casa Blanca quiere ganarse su apoyo con ventas de armas por valor de $20 mil millones, una operación que ha levantado ampollas en el Congreso de Estados Unidos.
Washington
EFE
Bush acude por primera vez a Israel y Cisjordania
• Gira incluirá Egipto y el Golfo Pérsico en busca de apoyo para aislar a Irán
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pretende reforzar las negociaciones de paz en Oriente Medio con su primera visita desde que está en la Casa Blanca a Israel y los territorios palestinos, hacia donde partirá mañana.
Durante la visita también recorrerá cuatro países del Golfo Pérsico y Egipto, en una gira en la que buscará el apoyo de las naciones de la región para aislar a Irán.
Además, se esperan posibles paradas sorpresa en Irak y el Líbano, donde la administración estadounidense ha dado todo su apoyo al gobierno de Fuad Siniora, que se encuentra en una posición muy precaria por la crisis política que atraviesa el país.
La visita de Bush a la región se encuadra en su empeño, convencido por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, de relanzar en su último año de mandato el diálogo entre israelíes y palestinos.
Su presencia en Jerusalén, Ramalah y Galilea durante tres días tendrá un contenido simbólico, pero a juicio de algunos comentaristas no irá mucho más allá.
“Habrá algunos acuerdos sobre cambios cosméticos (en las relaciones entre palestinos e israelíes), pero eso será todo”, afirmó Paul Scham, analista del Instituto de Oriente Medio, un centro de estudios independiente.
No es esa la visión de Stephen Hadley, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quien ha dicho que la mera visita de Bush “dará un impulso a las negociaciones”.
Si es así, resulta extraño que el Presidente no haya pisado la disputada Tierra Santa desde que lo hiciera en 1998 como gobernador del estado de Texas. En comparación, su antecesor, Bill Clinton, estuvo allí cuatro veces en sus ocho años en el poder.
En lugar de dedicarse a un asunto que había dado pocas ganancias a sus predecesores, Bush apostó en su primer mandato por impulsar una metamorfosis democrática en Irak, que debía provocar un efecto dominó en el resto de las naciones autocráticas de Oriente Medio y facilitar la resolución del conflicto árabe-israelí.
Esa estrategia ha probado ser poco más que una colección de buenos deseos y el Gobierno de Bush la ha enterrado silenciosamente, según los analistas.
“Tras prometer transformar Oriente Medio, la administración ha aceptado la situación tal como está y ahora ha recurrido al tipo de diplomacia gradual que habían seguido sus antecesores y que este Gobierno había rechazado con desdén”, dijo en una rueda de prensa Jon Alterman, director del programa sobre Oriente Medio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, en inglés).
El propio Hadley ha reconocido que hay un estancamiento en la marcha hacia la democracia en la región.
El “ritmo de los progresos no ha continuado de la forma que esperábamos”, aceptó Hadley, quien lo achacó no a un problema con la estrategia estadounidense sino a los efectos de la victoria del grupo integrista Hamas en las elecciones palestinas en 2006.
“La elección de Hamas hizo a los países pensárselo dos veces”, dijo. Pero su victoria también refleja la paradoja de la política de Estados Unidos, que se niega a tratar con ese grupo integrista palestino pese a que fue elegido democráticamente.
En el Golfo Pérsico el objetivo de la Administración Bush es cimentar “una relación de seguridad para la próxima década. Ése es el legado que quiere dejar este Gobierno”, según Graeme Bannerman, director de la consultora Bannerman Associates.
El objetivo de la alianza es contener las tentaciones militaristas de Irán.
Pero los países de la región habían dudado en subirse a ese carro al tiempo que la administración estadounidense evitaba mediar en el conflicto palestino-israelí, en opinión de Bannerman.
La Casa Blanca quiere ganarse su apoyo con ventas de armas por valor de $20 mil millones, una operación que ha levantado ampollas en el Congreso de Estados Unidos.
Washington
EFE