Bush, el Congreso y los candidatos unen fuerzas
| Miércoles 01 octubre, 2008
Presidente de Estados Unidos se esfuerza por salvar el plan de rescate financiero
Bush, el Congreso y los candidatos unen fuerzas
Aspirantes tratan de convencer a los votantes de que son la persona idónea para abordar el problema
Washington
EFE
El mandatario de Estados Unidos, George W. Bush, los candidatos presidenciales y los líderes del Congreso desarrollaron ayer una intensa serie de contactos para tratar de salvar el plan de rescate financiero rechazado en la Cámara de Representantes.
Con el gesto solemne, Bush compareció ayer ante las cámaras por segundo día consecutivo para asegurar a los “ciudadanos en todo el mundo” que la derrota del plan de rescate “no es el final del proceso legislativo”.
Sin embargo, sí instó al Congreso a alcanzar un acuerdo e indicó: “estamos en un momento crítico para nuestra economía” que requiere una actuación “urgente”, porque “si no actuamos ahora, la situación empeorará día a día”.
El rechazo a esa iniciativa dejó claro que, para los legisladores, la única súplica que vale es la de los votantes.
Cuando faltan cinco semanas para las elecciones en Estados Unidos, en las que además de Presidente se va a elegir la totalidad de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y un tercio de los 100 puestos del Senado, los congresistas, que cada dos años deben revalidar en las urnas su mandato, han dejado claro que, lo primero, es su reelección.
Y, en un país donde no existe "disciplina de partido", los republicanos han interpretado, cada uno, su propia partitura, desoyendo no solo los ruegos de su líder, sino también las reiteradas amenazas casi apocalípticas de Bush.
De poco han servido las cada vez más solemnes intervenciones públicas de Bush en la que pinta un escenario catastrófico si el Congreso no lanza cuanto antes un salvavidas para Wall Street. De nada sirvieron igualmente las amenazas de congelamiento de crédito que acabará arrastrando tanto a empresarios como a consumidores.
Lo que sirve son las miles de llamadas que en estos días han inundado las oficinas de los congresistas insistiendo en que, de ayudar a Wall Street, nada. Lo primero, es el electorado.
Por ello, el rechazo del plan de $700 mil millones el lunes en el pleno de la Cámara de Representantes, reflejó no solo la falta de disciplina de ambos partidos, pese a que los líderes daban por hecho la aprobación del plan, sino también la nula influencia de Bush en el proceso legislativo.
En el lado republicano, la rebelión de los más conservadores pudo más que Bush, que el líder de la minoría republicana, John Boehner, y que las persistentes llamadas del vicepresidente Dick Cheney y del secretario del Tesoro, Henry Paulson.
Los demócratas también hicieron oídos sordos a las recomendaciones de la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, pero estuvieron algo más a favor del proyecto.
El 67% de los republicanos y el 40% de los demócratas votaron en contra del plan.
El fracaso del proyecto de ley provocó el desplome de los mercados internacionales. El índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York registró ayer su peor caída en puntos de la historia, aunque ayer se recuperó levemente.
El proyecto de ley está valorado en $700 mil millones, una cantidad que ha asustado a muchos contribuyentes, pero el presidente declaró que esa cantidad queda pequeña frente al billón de dólares que se perdió el lunes en la bolsa.
Bush dialogó ayer con los dos candidatos presidenciales, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, y ambos aspirantes se mostraron de acuerdo en que “hay que atajar este asunto fundamental”.
Por su parte, los líderes del Congreso continúan sus contactos para tratar de persuadir a los legisladores de encontrar una solución.
En un discurso ante el Senado, el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, afirmó que es necesario “dejar a un lado los reproches y avanzar en lo que es necesario” para el país.
Mientras, el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, aseguró: “resolveremos el asunto esta misma semana”.
Las partes se juegan mucho, y lo saben. Del plan de rescate depende la salud del sistema financiero, pero también el prestigio de cada sector implicado en las negociaciones.
El mandatario estadounidense, que pensó que su legado estaría dominado por la guerra en Irak, ha visto cómo la economía le estalla en las manos cuando le faltan cuatro meses para que deje su cargo.
Bush, que llegó a la Casa Blanca como el primer presidente con un título de “máster” en economía, se encuentra lastrado en su capacidad de influencia por su escasa popularidad (apenas un tercio de los votantes aprueba su gestión) y el poco tiempo que le queda en el poder.
Lograr que se resuelva la crisis le permitiría recuperar algo de prestigio y salvar su legado.
Los candidatos, por su parte, se juegan la elección presidencial. Ambos han multiplicado sus declaraciones sobre la crisis para tratar de convencer a los votantes de que son la persona idónea para abordar el problema.
McCain, en Iowa, instó ayer al Departamento del Tesoro a intervenir tan “creativamente” como sea necesario para limitar los daños al sistema financiero y aseguró que el Congreso tendrá que tomar medidas, aunque sean impopulares, por el bien del país.
“La inactividad no es una opción”, sostuvo el candidato republicano.
Por su parte, Obama, que ha visto cómo la crisis le ha dado una pequeña ventaja en las encuestas, también indicó que ante la tormenta que se avecina en los mercados financieros, “la falta de acción puede resultar catastrófica” para la economía y las familias.
El candidato demócrata instó al Congreso a no comenzar de nuevo las negociaciones desde el principio con un nuevo proyecto de ley.
El Congreso también se juega mucho en esta crisis. Toda la Cámara de Representantes se somete a la reelección el 4 de noviembre, algo que pesó mucho en la decisión de los dos tercios de republicanos y un tercio de demócratas que se opusieron al plan de rescate.
Las encuestas indican que la mayoría de los votantes se opone a un plan que, desde su punto de vista, obliga a los contribuyentes a desembolsar miles de dólares por persona para recompensar los excesos cometidos por Wall Street.
Tanto McConnell como Reid han estado ayer en constante contacto telefónico con la Casa Blanca, los candidatos y otros representantes del Congreso. Ayer no hubo votación en el Capitolio debido al Año Nuevo judío, pero se sopesa la posibilidad de que la medida vuelva a someterse a votación este jueves en la Cámara.
Bush, el Congreso y los candidatos unen fuerzas
Aspirantes tratan de convencer a los votantes de que son la persona idónea para abordar el problema
Washington
EFE
El mandatario de Estados Unidos, George W. Bush, los candidatos presidenciales y los líderes del Congreso desarrollaron ayer una intensa serie de contactos para tratar de salvar el plan de rescate financiero rechazado en la Cámara de Representantes.
Con el gesto solemne, Bush compareció ayer ante las cámaras por segundo día consecutivo para asegurar a los “ciudadanos en todo el mundo” que la derrota del plan de rescate “no es el final del proceso legislativo”.
Sin embargo, sí instó al Congreso a alcanzar un acuerdo e indicó: “estamos en un momento crítico para nuestra economía” que requiere una actuación “urgente”, porque “si no actuamos ahora, la situación empeorará día a día”.
El rechazo a esa iniciativa dejó claro que, para los legisladores, la única súplica que vale es la de los votantes.
Cuando faltan cinco semanas para las elecciones en Estados Unidos, en las que además de Presidente se va a elegir la totalidad de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y un tercio de los 100 puestos del Senado, los congresistas, que cada dos años deben revalidar en las urnas su mandato, han dejado claro que, lo primero, es su reelección.
Y, en un país donde no existe "disciplina de partido", los republicanos han interpretado, cada uno, su propia partitura, desoyendo no solo los ruegos de su líder, sino también las reiteradas amenazas casi apocalípticas de Bush.
De poco han servido las cada vez más solemnes intervenciones públicas de Bush en la que pinta un escenario catastrófico si el Congreso no lanza cuanto antes un salvavidas para Wall Street. De nada sirvieron igualmente las amenazas de congelamiento de crédito que acabará arrastrando tanto a empresarios como a consumidores.
Lo que sirve son las miles de llamadas que en estos días han inundado las oficinas de los congresistas insistiendo en que, de ayudar a Wall Street, nada. Lo primero, es el electorado.
Por ello, el rechazo del plan de $700 mil millones el lunes en el pleno de la Cámara de Representantes, reflejó no solo la falta de disciplina de ambos partidos, pese a que los líderes daban por hecho la aprobación del plan, sino también la nula influencia de Bush en el proceso legislativo.
En el lado republicano, la rebelión de los más conservadores pudo más que Bush, que el líder de la minoría republicana, John Boehner, y que las persistentes llamadas del vicepresidente Dick Cheney y del secretario del Tesoro, Henry Paulson.
Los demócratas también hicieron oídos sordos a las recomendaciones de la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, pero estuvieron algo más a favor del proyecto.
El 67% de los republicanos y el 40% de los demócratas votaron en contra del plan.
El fracaso del proyecto de ley provocó el desplome de los mercados internacionales. El índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York registró ayer su peor caída en puntos de la historia, aunque ayer se recuperó levemente.
El proyecto de ley está valorado en $700 mil millones, una cantidad que ha asustado a muchos contribuyentes, pero el presidente declaró que esa cantidad queda pequeña frente al billón de dólares que se perdió el lunes en la bolsa.
Bush dialogó ayer con los dos candidatos presidenciales, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, y ambos aspirantes se mostraron de acuerdo en que “hay que atajar este asunto fundamental”.
Por su parte, los líderes del Congreso continúan sus contactos para tratar de persuadir a los legisladores de encontrar una solución.
En un discurso ante el Senado, el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, afirmó que es necesario “dejar a un lado los reproches y avanzar en lo que es necesario” para el país.
Mientras, el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, aseguró: “resolveremos el asunto esta misma semana”.
Las partes se juegan mucho, y lo saben. Del plan de rescate depende la salud del sistema financiero, pero también el prestigio de cada sector implicado en las negociaciones.
El mandatario estadounidense, que pensó que su legado estaría dominado por la guerra en Irak, ha visto cómo la economía le estalla en las manos cuando le faltan cuatro meses para que deje su cargo.
Bush, que llegó a la Casa Blanca como el primer presidente con un título de “máster” en economía, se encuentra lastrado en su capacidad de influencia por su escasa popularidad (apenas un tercio de los votantes aprueba su gestión) y el poco tiempo que le queda en el poder.
Lograr que se resuelva la crisis le permitiría recuperar algo de prestigio y salvar su legado.
Los candidatos, por su parte, se juegan la elección presidencial. Ambos han multiplicado sus declaraciones sobre la crisis para tratar de convencer a los votantes de que son la persona idónea para abordar el problema.
McCain, en Iowa, instó ayer al Departamento del Tesoro a intervenir tan “creativamente” como sea necesario para limitar los daños al sistema financiero y aseguró que el Congreso tendrá que tomar medidas, aunque sean impopulares, por el bien del país.
“La inactividad no es una opción”, sostuvo el candidato republicano.
Por su parte, Obama, que ha visto cómo la crisis le ha dado una pequeña ventaja en las encuestas, también indicó que ante la tormenta que se avecina en los mercados financieros, “la falta de acción puede resultar catastrófica” para la economía y las familias.
El candidato demócrata instó al Congreso a no comenzar de nuevo las negociaciones desde el principio con un nuevo proyecto de ley.
El Congreso también se juega mucho en esta crisis. Toda la Cámara de Representantes se somete a la reelección el 4 de noviembre, algo que pesó mucho en la decisión de los dos tercios de republicanos y un tercio de demócratas que se opusieron al plan de rescate.
Las encuestas indican que la mayoría de los votantes se opone a un plan que, desde su punto de vista, obliga a los contribuyentes a desembolsar miles de dólares por persona para recompensar los excesos cometidos por Wall Street.
Tanto McConnell como Reid han estado ayer en constante contacto telefónico con la Casa Blanca, los candidatos y otros representantes del Congreso. Ayer no hubo votación en el Capitolio debido al Año Nuevo judío, pero se sopesa la posibilidad de que la medida vuelva a someterse a votación este jueves en la Cámara.