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EDITORIAL


Buen control sobre la deuda política

| Jueves 30 agosto, 2012





Una eficiente labor del Tribunal Supremo de Elecciones será fundamental para erradicar posibles prácticas indebidas en el manejo del dinero de la campaña política

Buen control sobre la deuda política

En medio de la crisis económica y con un déficit fiscal a cuestas, los costarricenses se preguntan si vale la pena el enorme aumento del dinero público que se destinaría para financiar la campaña política de 2014, de no llegarse a algún acuerdo legislativo para recortarlo.
Esta inquietud aumenta debido a los cuestionamientos que hoy se debaten sobre el buen o mal manejo de dichos dineros y en general por la desconfianza de la mayor parte de la población hacia la clase política.
Pero esta a su vez proviene del seno de los diferentes partidos, como lo hemos dicho en otras oportunidades.
Sin embargo, más allá de lo que se establezca finalmente como el monto para la deuda política, es importante que los contribuyentes (y votantes) tengan claro el relevante papel que tiene a su cargo el Tribunal Supremo de Elecciones, que debe ejercer el debido control sobre el manejo de dichos fondos.
Una eficiente y firme labor de esta institución será fundamental para erradicar posibles prácticas indebidas. La gestión deberá lograr que prevalezca un manejo transparente de los dineros que los contribuyentes aportarán para la campaña y las agrupaciones políticas deberán saber que serán sometidas a estrictos controles.
Además, Costa Rica debe encaminarse hacia una democracia más participativa y hacia un mejoramiento de la pureza del proceso electoral de cara a las elecciones nacionales.
En este sentido, la gran tarea pendiente es de los partidos políticos.
Ellos no solo deben propiciar el camino hacia esa mayor participación ciudadana, sino efectuar los profundos cambios a lo interior de sus agrupaciones para que sean verdaderos centros de promoción y valoración de la honestidad, del debate de ideas capaces de interesar a la mayoría de los votantes y no vacías maquinarias electorales que repiten frases hechas en sus campañas.
Ese sería el primer gran paso para volver a despertar credibilidad.
Y volviendo al monto de la deuda política, esta debería ser fijada en un monto razonable, pero garantizar contiendas más equitativas y sobre todo no dependientes de financiamientos privados que pueden abrir puertas a fondos no deseados como los de dineros mal habidos.






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