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EDITORIAL


Ante la dependencia de las importaciones

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 21 febrero, 2008


Editorial


La noticia dada a conocer ayer en este medio sobre un alza histórica del trigo, con el consiguiente encarecimiento de los productos que con él se elaboran, como el pan, las pastas y muchos otros que forman parte de la dieta del costarricense, obliga a poner el tema sobre el tapete porque también el maíz y otros granos podrían entrar en la escalada de precios.

Los animales de granja, que consumen el 16% del trigo del mundo, están impulsando el consumo ya que alternativas como el maíz se encarecen por el atractivo que ejerce el etanol como fuente de energía.

Por otro lado, los agricultores del planeta no marchan al ritmo del crecimiento en la demanda de granos de los consumidores de las florecientes clases medias en la India y China.

Las consecuencias del cambio climático también pasan la factura en este sentido, ya que sequías e inundaciones no solo traen dolor y sufrimiento por muertes y pérdidas materiales de otro tipo sino que golpean y podrían golpear aún más a cosechas y agricultores, con su secuela de faltante y encarecimiento de los granos y alimentos.

Ante este panorama, que se ha traído abajo las aseveraciones de los pronosticadores y que podría empeorar, resulta imperativo plantear qué estrategias y medidas se toman en Costa Rica para enfrentar la situación, habida cuenta de que el país escogió desde hace tiempo la vía de la importación en lugar de la del autoabastecimiento.

En esto, como en otros asuntos, no puede esperarse a que la situación entre en crisis. Es evidente para cualquiera, pero clarísimo para los especialistas y las autoridades que deben tomarse medidas.

Quienes abogaron por la teoría de que era mejor importar tienen ahora la palabra para explicar cuál es la posible solución cuando los granos escaseen cada vez más y su precio vaya subiendo hasta tornarse inalcanzable para una economía como la nuestra.

Lo que no necesita mayores luces es que el sector agropecuario debe ser objeto de atención, de apoyo económico y tecnológico y de una adecuada capacitación para ponerlo en condiciones, de enfrentar la competencia mundial pero también de abastecer las necesidades internas en la coyuntura de los actuales cambios e imprevistos desafíos.







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