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COLUMNISTAS


Año que llega a su Fin

Humberto Pacheco humberto.pacheco@pachecocoto.com | Martes 20 diciembre, 2011



TROTANDO MUNDOS
Año que llega a su Fin

Esta columna se ha ido agriando conforme el país se sume en un estado de confusión que da miedo. Hoy tenemos diversidad de comentarios por lo que la dividiremos en secciones.
En la del honor, nos llenó de satisfacción conocer de unos jóvenes que obtuvieron notas muy sobresalientes en sus exámenes de admisión a la educación superior y de sus aspiraciones. Aunque la educación ha desmejorado y las condiciones para estudiar se han dificultado, estas personas anteponen el esfuerzo y el sacrificio para superarse, en vez de refugiarse en el pobrecitico.
Atrás los viene siguiendo una jovencita de nivel colegial con iguales éxitos. Y último pero no menos meritorio, un par de carajillos de 64 y 72 años obtuvieron su bacalaureato. Para todos ellos ejemplares cálidas felicitaciones.
En la de las pérdidas, el mundo llora a Vaclav Havel, un adalid de la libertad que supo conducir la entonces Checoslovakia a su independencia de la bota soviética y luego se apartó del mando, en vez de tratar de hacer lo de casi todos esos libertadores que luego se vuelven tiranos. Nos fue muy honroso haberlo conocido personalmente y siempre que lo vimos fue muy gentil. Como son los grandes hombres.
En la del relajo, incomprensiblemente todavía algunos tienen miedo de meterle el bisturí a la CCSS. ¿Cuántos pacientes de cáncer llegarán a sus citas en el 2018? Eso es cinismo del más cruel. Y la señora Balmaceda se deja minimizar el desmadre diciendo que “hay grandes intereses para dañar” la Caja, cuando ese es un cáncer que viene de muy adentro, al que todavía no parece llegarle su cita.
Congratulaciones al ejemplar pueblo de Coto Brus, pero la obligación de brindar salud es del Estado. El Ejecutivo podría estarlo haciendo mucho mejor en combinación con el Sector Privado.
En la de la tontería encaja bien el Quick Pass. En los lugares desarrollados se estimula el concepto in extremis y se hace respetar, porque eso produce eficiencia en todos los sectores, pero para ello hay que tener un poquito de inteligencia y mucho rigor. Para estimular su uso se ofrece una ventaja de costo al que lo tiene. Luego se multa al que no teniéndolo, se mete de avivato en ese carril para sacar ventaja sobre los que hacen fila y de ninguna manera se le deja pasar. Menos no sirve.
En la de la pena, hemos visto muchas quejas contra una publicación que hizo nuestro equipo de una vida, el Saprissa, que no encaja con el espíritu deportivo y el reconocer la victoria del contrario. En tiempos aciagos sería comprensible, pero hoy, bajo la batuta de personas de mucha clase y estirpe, esperamos que esto nunca vuelva a repetirse.
La pena se vuelve verdadera vergüenza ante las crónicas de varios futbolistas que se hicieron en el país pero ahora, por estar jugando con equipitos del extranjero, se sienten prepotentes y no les interesa la Selección Nacional. Igual de reprochables son los pusilánimes a quienes tiembla el pulso para descartarlos. Hay que castigarlos con rigor no volviéndolos a convocar nunca más.
Quien no quiera jugar con el equipo tampoco brindará todo su esfuerzo. Allí solo tienen cabida quienes añoren representar a la patria y vengan dispuestos a romperse el alma, como Bryan Ruiz.

Lic. Humberto Pacheco A., M.C.L.
vikocr@racsa.co.cr




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