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Martes, 15 de octubre de 2024



FORO DE LECTORES


Ambiente antisistema y crispación social, solo favorecen al Crimen Organizado

Tania Molina Rojas redaccion@larepublica.net | Lunes 30 septiembre, 2024


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Tania Molina. Consultora Criminología. Egresada William J. Perry Center sobre Crimen Organizado Transnacional y Redes Ilícitas en las Américas.

En la alarmante crisis de inseguridad que vive nuestro país la mayoría suele quedarse en la superficie en lo que se conoce como: criminología mediática; el conjunto de noticias criminales que difunden los distintos medios de comunicación de manera impropia, con lenguaje desmesurado, mostrando imágenes violentas, muchas de ellas absolutamente innecesarias, que revictimizan al núcleo familiar e incluso hacen apología del delito y colaboran con la promoción e imposición de ¨marca¨ que casualmente es lo que las organizaciones criminales busca. Básicamente , les están haciendo un favor!

De la repetición sistemática de noticias violentas no estamos pasando como sociedad. Unos, porque viven de las ¨visualizaciones¨ , otros por el morbo de compartir aquellas escenas de película de terror y no solo jugar de analistas judiciales, forenses o criminales, sino, que, les produce placer entrar en competencia para ver quién tiene más información ¨caliente¨ recién suceden los hechos. No termina de ocurrir un homicidio doloso y recibes de hasta 7 contactos, el mismo sangriento video. ¿Será que necesitan esa validación?

Más allá de esta desafortunada realidad, rara vez la mayoría se detiene a pensar sobre el origen de la violencia y cómo en todo el tejido social se alimenta y se fortalece, con aquellos factores pequeños, pero poderosos que moldean comportamientos y favorecen la criminalidad.

Es una especie de desdoblamiento, primero legitiman o normalizan el crimen y luego reclaman por la inseguridad, exigiendo por supuesto, políticas que atiendan de inmediato y solucionen por arte de magia. Es utópico pensar que el crimen organizado puede eliminarse, como he señalado en múltiples artículos y espacios, la delincuencia cambió, las nuevas tipologías avanzan en toda Latinoamérica y por supuesto, Costa Rica , no sería la excepción. Hace al menos 35 años, teníamos las famosas ventas de droga muy focalizadas por barrio e incluso clanes familiares y hoy lo que tenemos es más presencia de franquicias que además se imponen por el control territorial más amplio, afilian más niños y adolescentes y se exponen frente a inocentes, a cualquier hora del día, en los comercios con cámaras e incluso hospitales, porque para ellos se trata de infundir terror, es un valor considerado por los criminales como un ascenso social.

Por otro lado, hay que recordar, que la mayoría de la violencia homicida en el país está estrictamente relacionada con el mercado criminal del tráfico de cocaína y marihuana, que toda la región se encuentra en la cuarta ola del narcotráfico, que implicó la llegada de actores extrarregionales. Mafias de Europa y Asia, operativizando todo el tráfico y distribución de cocaína y de las drogas sintéticas, principalmente el fentanilo.

Las rutas cambiaron, en las primeras olas, se trataba de Colombia, Caribe, USA, luego Centroamérica y México, hasta lo que vemos hoy, con nuestro país como uno de los principales destinos para reexportar cocaína hacia esos mercados, que no se agotan en Estados Unidos, sino, en países como España, Bélgica, Países Bajos y de ahí, hacia países como Qatar.

Y por supuesto, esas organizaciones con vocación transnacional, también están en otros mercados criminales, entre los que más destacan: el tráfico de armas de fuego, trata y tráfico de personas, contrabando de cigarrillos, licores, medicamentos, extracción de oro y el consecuente blanqueo de capitales, todo lo anterior, acompañado con el ejercicio de violencia extrema.

Entonces, ¿hay soluciones? si nos tocaba si o si padecer esta violencia.

Si, existen modelos que se aplican en otras latitudes como en Italia, con educación cívica orientada a la prevención primaria del delito. Es lo que algunos criminólogos hemos planteado hace mucho tiempo. Se trata de incluir desde la primera infancia programas que desarrollen habilidades de autocontrol, que los niños comprendan qué es un acto desviado y qué es un delito. Además, se debe aumentar la confianza en las autoridades y hablar con franqueza sobre los riesgos del influjo de las mafias.

Sin embargo, los resultados son para el largo plazo. En el cortísimo plazo, se debe atender con represión también, porque el fenómeno está desbordado. Se requiere un sistema penitenciario de alto nivel, para las estructuras criminales que tenemos hoy ahí, que están generando gobernanza criminal, ellos son los dueños de las cárceles, no la institucionalidad. Hemos visto ejemplos en otros países con organizaciones como el Tren de Aragua, que ha sido capaz de desafiar al Estado. No se trata solo de consumo y venta de drogas intramuros, se trata de extorsión, corrupción y ejecución de crímenes.

El cambio debe hacerse más allá del espacio físico que de por sí , no alcanza y no reúne las condiciones. Se trata del régimen penitenciario que necesitamos para atender la transformación delictual. Otra vez recuerdo que las grandes organizaciones criminales en Latinoamérica , tienen como punto en común las cárceles y que en las nuestras hay recluidos miembros de estructuras criminales con otras nacionalidades , muy familiarizados con la violencia extrema y contactados con cárteles de la droga y mafias internacionales.

Si realmente queremos enfrentar el crimen organizado de manera efectiva, necesitamos políticas que no solo se enfoquen en atacar las manifestaciones visibles del crimen, sino que intervengan en los ecosistemas que lo alimentan. Otro ejemplo de ello es la migración descontrolada y cómo las organizaciones criminales se sirven de una situación de crisis, para amenazarlos , cobrar extorsiones y exigir contrabando de drogas y armas , como es el caso de las bandas de crimen transnacional que operan en el Tapón del Darién.

Atender la situación criminógena de Costa Rica es complejo, requiere de prevención pero al mismo tiempo de inmediatez, no podemos esperar, y urge, sobre todo, resolver el ambiente generalizado antisistema y la crispación social, porque son espacios que solo favorecen al crimen organizado, que tienen la capacidad de sustituir a los Estados y ahí no habría vuelta atrás.







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