Alternativa a tener en cuenta
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 14 enero, 2009
La salida de funcionamiento obligada de al menos tres plantas de producción hidroeléctrica, como consecuencia del terremoto de la semana anterior, trajo a la palestra nuevamente un tema sobre el que mucho ha costado llegar a un acuerdo: la autorización y concesión de aguas de ríos a empresas privadas interesadas en generar electricidad.
Prescindir de los 82 megavatios que produce la planta Cariblanco del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) sumados a los que dejarán de producir al menos dos plantas menores más, creará un déficit de energía nada despreciable que en último caso podría tener que sustituirse con el uso de combustibles fósiles y el consiguiente incremento en los costos.
Si bien aún no está claro si ello implicaría incremento de tarifas para el usuario, el ICE ha dejado ver la posibilidad, por lo que ya usuarios residenciales e industriales mostraron su preocupación.
Ante la situación surge de nuevo la discusión sobre si el Congreso debería aprobar la denominada Ley de Concesión para el aprovechamiento de las fuerzas hidráulicas para la generación hidroeléctrica que se encuentra en la corriente legislativa, con la que más empresas privadas se sumarían a las que en la actualidad producen y comercializan electricidad a partir de cauces nacionales.
Con el potencial que tiene la enorme cantidad de ríos disponibles en Costa Rica pareciera no solo lógico sino deseable el poder contar con muchos nuevos proveedores eléctricos capaces de evitar una escasez o encarecimiento energético.
Ahora, está en manos de los legisladores el encargarse de que la ley no se convierta en portillo para que unos pocos monten un negocio leonino contra la mayoría de costarricenses, temor que todavía algunos mantienen, basados en el recuerdo de tristes experiencias pasadas.
Sin embargo, con un control adecuado sobre los aspectos económicos y ambientales que conlleva la generación hidroeléctrica, el país debería tener muy en cuenta la posibilidad de contar con más proveedores de energía. Tras el terremoto, la discusión vuelve a la mesa.