Advertencia: Aún hay que estresarse por el estrés
Bloomberg | Miércoles 06 enero, 2016 12:00 a. m.
Las diferencias en expectativa de vida por causa de la educación y los ingresos están creciendo. Y, si bien tendencias diferenciales en el fumar y otros hábitos en parte explican la brecha en esa expectativa, esta en gran parte es un enigma. Sospecho que un factor importante es el estrés: que la exposición prolongada al estrés aumentó más entre las familias de ingresos moderados que entre las de altos ingresos y que el estrés literalmente está matando a las personas.
Un nuevo estudio plantea dudas respecto a esta hipótesis. Los investigadores observaron que las mujeres británicas de entre 50 y 69 años que decían ser infelices o sentían que no tenían control sobre su vida tenían más probabilidades de morir en la siguiente década que las que no tenían esos sentimientos. Pero, cuando los investigadores ajustaron por el estado de salud informado por ellas al comenzar el estudio, la correlación desapareció.
Los investigadores concluyeron que las mujeres de peor salud tenían una menor expectativa de vida y que sus problemas de salud eran también lo que las hacía sentir estrés e infelicidad. Como dijo la autora principal, Bette Liu de la Universidad de New South Wales: “La enfermedad nos hace infelices pero la infelicidad no nos enferma”.
Esto, por cierto, pondría en duda la idea de que el estrés mata… si no fuera por tres cosas a las que casi no se les prestó atención en la cobertura periodística del estudio.
Primera, estudios anteriores mostraron una asociación más fuerte entre felicidad y salud entre los hombres que entre las mujeres.
Segunda, si la infelicidad y el estrés realmente afectan la salud, puede que empiecen a hacerlo mucho antes de los 50 años. En ese caso, cuando los autores del estudio sobre las mujeres británicas ajustaron por el estado de salud informado por ellas al iniciar su investigación, habrían eliminado la relación que, según ellos, no existe. Una de las tablas que figura en el apéndice del estudio muestra que, entre las mujeres que dijeron ser infelices, el 40% informó un estado de salud regular o malo al comenzar la investigación, frente a sólo el 15% de las que dijeron ser felices.
Los investigadores sostienen que esto muestra que las mujeres de mala salud son infelices y no que las infelices tienen mala salud, pero esto no necesariamente es así.
Los autores del estudio británico sí encontraron que después de los 50 años no hay asociación entre la duración de la vida y la felicidad o el estrés. En realidad, esta es quizá su conclusión más sólida y comprensiblemente plantea preguntas acerca de la forma en que la infelicidad afecta la salud.
Pero también me lleva a mi tercera advertencia. Las personas infelices que informaron tener una salud excelente al comenzar el estudio bien podrían ser excepciones a quienes la infelicidad no les causa ningún perjuicio. Otra investigación del Reino Unido muestra que el perjuicio del estrés depende mucho de nuestras ideas sobre él. Si uno sufre estrés pero cree que este no afecta su salud, no lo hará. Y si uno cree que sí la afecta, la afectará. Esto fue así tanto entre los sujetos que calificaron su salud de buena como entre los que la calificaron de mala. De modo que es muy posible que las mujeres infelices del último estudio que tenían una salud excelente vean los efectos de su infelicidad y del estrés de manera distinta de otras personas infelices y estresadas.
Dado que aún no sabemos qué es lo que agranda las diferencias en expectativa de vida y que el estrés no puede eliminarse como factor posible, las comunidades académica y médica deben estudiar de manera más minuciosa cómo afecta el estrés a las distintas personas.