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Ad Astra produciría electricidad con basura

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 02 julio, 2008




Ad Astra Rocket combatiría problemas ambientales y energéticos a partir de la tecnología de plasma
Franklin Chang usaría basura para generar electricidad

• Compañía comenzaría con desechos hospitalarios, pero la idea es convertir todo tipo de desperdicios en energía
• En el máximo de su potencial, el país podría generar hasta 687,5 megavatios de energía a partir de desperdicios

Eduardo Baldares
ebaldares@larepublica.net

La crisis energética mundial es tan preocupante que ha impulsado al astronauta costarricense Franklin Chang a tratar de solucionarla, por medio de su compañía, Ad Astra Rocket.
Aunque el plan de establecer una base en la Luna para probar cohetes espaciales se mantiene para 2017, la sede de la empre
sa en Liberia se concentra también en otros proyectos más “terrícolas”, como soluciones a la imparable escalada en los precios del petróleo.
Ad Astra Rocket ya consiguió crear de forma estable el plasma —cuarto estado de la materia—, con el que pretende reemplazar los combustibles tradicionales en un motor que permitiría realizar viajes espaciales a largas distancias, pero también espera aplicarlo para producir formas de energía renovables y amigables con el ambiente.
A medida que los combustibles fósiles se van agotando, surge la necesidad de buscar nuevas formas de energía más abundantes, limpias y duraderas, y los científicos desde ya compiten por perfeccionar esas fuentes amigables con el ambiente.
La idea de Chang y compañía es crear en Costa Rica una especie de recámaras donde el plasma desintegre los desechos industriales, hospitalarios y residenciales, de manera que la basura se transforme en sus elementos fundamentales. A partir de los gases resultantes se generaría electricidad, y eventualmente se pretende emplear esta tecnología en las industrias automotriz, marítima y aérea, con base en el hidrógeno.
Sería como matar dos páj
aros de un solo tiro, puesto que la investigación que hoy está en su fase de estudios de factibilidad culminaría con contribuciones específicas en materias ambiental y energética; los rellenos sanitarios pasarían a la historia; la basura simplemente desaparecía como tal, convirtiéndose en competencia de los hidrocarburos.
No es ficción. Es un proyecto real, que está en una fase experimental en Estados Unidos, Japón, Taiwán y Costa Rica sería pionero en América Latina. “Estamos evaluando la viabilidad económica”, comentó Ronald Chang, hermano de Franklin y director ejecutivo de la empresa, quien no adelantó resultados.
Sí aclaró que “se comenzaría con desechos hospitalarios, ya que la Caja de Se
guro Social provee suficientes”, pero reconoció que en un futuro lo ideal sería aplicarlo a toda la basura.
Chang dirigió una investigación relacionada, en la que el ingeniero Carlos Alvarado, del Instituto Tecnológico, comprobó la aplicabilidad de los residuos sólidos en la industria de la construcción, y en la actualidad guía a la química Paola Castro, de la Universidad de Costa Rica, en un análisis de todos los desechos químicos que pueden desintegrarse en las recámaras.
De acuerdo con el director ejecutivo, por cada 16 toneladas de basura se puede generar un megavatio, y considera
ndo que en el país se producen unas 11 mil toneladas de basura diarias, estaríamos hablando de un potencial máximo nacional de hasta 687,5 megavatios de energía a partir de desperdicios, superior a los 622 que promete el proyecto hidroeléctrico Diques en Buenos Aires de Puntarenas.
La primera descarga se haría con electricidad “normal”, del ICE, pero luego se reutilizaría lo generado por las mismas recámaras.
En unos 100 años, Chang se imagina la comercialización de recámaras domésticas para la conversión de la basura hogareña en electricidad.
No es la única iniciativa energética-ambiental de la firma, puesto que también estudia cómo aplicar en la Tierra la energía solar del mismo modo que se aprovecha en el espacio, “donde se utilizan tecnologías diferentes, tales como ciertos tipos de lente que se ubican sobre las celdas fotovoltaicas permitiéndoles optimizar su eficiencia”, detalló Jorge Oguilve, director del laboratorio liberiano.
“Inicialmente el objetivo de estos proyectos es reducir los costos de operación en nuestra planta, pero la aplicación de las tecnologías perfectamente podría ser nacional e incluso regional y hasta latinoamericana”, amplió Chang.














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