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Actitud mental

Leopoldo Barrionuevo leopoldo@amnet.co.cr | Sábado 05 enero, 2008


La actitud mental es el primer contacto diario con la alegría de vivir, el primer paso cotidiano para utilizar todo nuestro potencial y no ese mínimo que damos con timidez y desidia.

Si uno ya sabe lo que quiere y lo busca, le va a ser más fácil reconocerlo cuando se vea ante ello. Pero el primer conocimiento es el de su propia persona, el de sí mismo, para conocer sus límites, algo que debe superar siempre.

Usted no será una gran cosa, pero es lo único que usted tiene o al menos lo más valioso y todo lo que haga por esa persona que está ante el espejo es la base fundamental de lo que después haga por los demás.

Actitud mental positiva exige de usted optimismo, perseverancia, tolerancia, amabilidad y tacto, más un ingrediente poco común: el sentido común.

El optimismo permite ver el lado positivo de las cosas; la perseverancia facilita el insistir cuando todo parece perdido y nos amenaza el fracaso; la tolerancia se convierte en un freno a la impaciencia, al impulso irracional; la amabilidad hace que los demás nos tengan en cuenta y nos recuerden; el tacto se convierte en la propiedad de no ofender y el sentido común conlleva una dosis completa de experiencia.

Pero no basta con lograr una actitud mental positiva: hay que mantenerla y esto no es nada sencillo porque exige acción, esfuerzos constantes, nuevos bríos y permanentes pensamientos positivos, además de un plan de tareas.

Esto significa que hay que ser muy precisos en definir los objetivos perseguidos y también en el diseño de las estrategias que los harán posibles.

Es probable que sea preciso destruir los paradigmas que puedan oponerse a nuestros fines: formas de pensamientos negativas que nos amarran a lo que podemos y no podemos lograr y no a lo que deseamos hacer.

¿Qué nos separa de los resultados esperados?

* Nuestros propios pensamientos y la percepción que tengamos de nosotros mismos.

* Los pensamientos negativos acerca de nuestros límites.

* Los paradigmas, prejuicios y creencias que cierran el camino a la acción.

* El uso de palabras restrictivas como nunca, nadie, no se puede, es imposible, yo no soy capaz, no lo creo, etcétera.

* La fantasía de lograr algo sin la previa acción de hacer que ese algo sea posible.

* La carencia de una motivación fuerte para hacer posible el esfuerzo.

* El temor al fracaso, ignorando que el éxito no se alcanza sin conocer repetidamente el sabor de la derrota.

* Trabajar solo en la recopilación de datos y no en los principios básicos.

Pero hay algo más: la convicción de que puede lograrse hace a la actitud mental positiva aunque todo demuestre que lo que usted persigue es imposible, porque su clave es entrar en acción.

Así se comprende la supervivencia en los momentos más difíciles, como decía Nietzsche: “Quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre un cómo”.

Usted puede hacerlo si cree que puede, pero tiene que creerlo: Creer, he ahí toda a la magia y el secreto de la vida.

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