Accionistas de Bear Stearns aprueban su venta
| Lunes 02 junio, 2008
Accionistas de Bear Stearns aprueban su venta
Nueva York- Los accionistas de Bear Stearns Cos. aprobaron la venta de la entidad establecida hace 85 años a JPMorgan Chase & Co. El colapso de Bear rivaliza con el de Drexel Burnham Lambert como uno de los mayores en la historia de Wall Street.
Fundada en 1923 por Joseph Bear y Robert Stearns en el número 100 de la avenida Broadway, en Nueva York, Bear Stearns sobrevivió a la Gran Depresión, y salió a cotizar en 1985, cuando su responsable ejecutivo era Alan “Ace” Greenberg. Ahora, la marca de la entidad desaparecerá casi por completo y alrededor del 60% de sus 14 mil empleados podrían quedarse sin trabajo.
Los accionistas de Bear Stearns aprobaron la semana pasada la venta durante una junta de 10 minutos en el segundo piso de la sede de la compañía, en Madison Avenue. La reunión fue presidida por el ex responsable ejecutivo James “Jimmy” Cayne, quien fue reemplazado por Alan Schwartz en enero.
“Me disculpo personalmente por lo que ocurrió”, dijo Cayne, de 74 años, a los accionistas, según una persona que asistió a la reunión. “Es un día triste”.
Alrededor del 84% de los accionistas de Bear Stearns votaron a favor de la adquisición, dijo JPMorgan. Hasta el 9 de mayo, JPMorgan tenía un 49,5% de la entidad, valorada en $2.300 millones y que llegó a ser el quinto banco de inversiones de Estados Unidos.
Por otro lado, la Reserva Federal de Estados Unidos dijo la semana pasada que asumirá en torno al 26 de junio el control de una cartera de $30 mil millones en activos de Bear Stearns, completando un acuerdo al que llegó hace dos meses con el responsable ejecutivo de JPMorgan, Jamie Dimon, para facilitar la venta. El banco central contrató a BlackRock Inc. para que gestionara y vendiera los activos.
Algunos empleados y accionistas de Bear Stearns ventilaron su frustración la semana pasada frente a un retrato de Cayne colocado por un artista en el exterior del edificio de Bear Stearns. Algunos de los comentarios fueron: “Jódete Jim”, “Me hierve la sangre”, “¿Debemos ampliar capital?” y “Precio de apertura: un Dimon”, haciendo un juego de palabras con “dime”, la tercera moneda de menor denominación en Estados Unidos.
La operación afronta ahora demandas legales de los accionistas que pedían más que los $10 por acción que JPMorgan ofreció pagar en el acuerdo.
“Cayne ofreció sus disculpas, pero para mí eso no es suficiente”, dijo Wayne Kaniper, accionista de Trenton, Nueva Jersey.
Bear Stearns se une a una lista de nombres que han desaparecido de Wall Street, como First Boston, Salomon Brothers, Dillon Read y Donaldson Lufkin & Jenrette. El único vestigio que quedará de Bear Stearns será su sociedad minorista de valores, que mantendrá la marca y operará como una entidad individual de la división de gestión de patrimonios de JPMorgan.
La cultura de asumir riesgos que Bear Stearns representó probablemente haya desaparecido para siempre, dijo Charles Geisst, profesor de finanzas en el Manhattan College de Nueva York y autor de “100 Years on Wall Street”.
“Con suerte, las entidades sobrevivientes gestionarán mejor sus riesgos y no lo dejarán todo en manos de los operadores individuales”, dijo. “Conforme llega su ocaso, como sospecho que ocurrirá, el modelo que encarnan desaparecerá con ellos”.
La venta, anunciada en marzo, puso fin a una caída de la empresa que duró ocho meses, iniciada en julio del año pasado con el colapso de dos fondos de cobertura de Bear Stearns que invertían en valores vinculados a las hipotecas “subprime” o de alto riesgo. Estos quebrantos hicieron que los inversores cuestionaron el valor de cualquier activo vinculado al mercado hipotecario, el principal negocio de Bear Stearns.
El 14 de marzo, la Fed acordó prestar $13 mil millones a Bear Stearns a través de JPMorgan para evitar el colapso de la entidad, que registró un éxodo de clientes y prestamistas. Frente a la posibilidad de una quiebra, Schwartz se vio obligado a aceptar la oferta de $2 por acción de JPMorgan para adquirir la empresa, dos días después de que dijera a los inversores que el “colchón de liquidez” de la entidad era suficiente para soportar las pérdidas por el mercado de crédito.
JPMorgan acordó más tarde subir el precio a $10 por acción bajo presión de los accionistas de Bear Stearns, muchos de los cuales eran empleados. JPMorgan decidió asumir los primeros $1.000 millones en pérdidas de la Fed con activos de Bear Stearns y negoció comprar un 39,5% de la firma para asegurar que la transacción fuera aprobada.
Cada acción de Bear Stearns será canjeada por 0,21753 de acción de JPMorgan. Esto valora la operación en $9,43 por título, según el precio de cierre de JPMorgan del miércoles, de $43,36.
Los accionistas que estaban registrados al 18 de abril pudieron votar en la junta extraordinaria de la semana pasada.
En 2006, los beneficios de Bear Stearns superaron los $2 mil millones. No obstante, el precio que JPMorgan ofreció pagar inicialmente equivalía a alrededor de un cuarto del valor del edificio sede. La estructura, de 45 pisos y 111.483 metros cuadrados (1,2 millones de pies cuadrados), construida en 2001, vale unos $1.200 millones, calculando por la media de $1.000 por pie cuadrado de oficinas comparables en la ciudad en estos momentos.
Nueva York- Los accionistas de Bear Stearns Cos. aprobaron la venta de la entidad establecida hace 85 años a JPMorgan Chase & Co. El colapso de Bear rivaliza con el de Drexel Burnham Lambert como uno de los mayores en la historia de Wall Street.
Fundada en 1923 por Joseph Bear y Robert Stearns en el número 100 de la avenida Broadway, en Nueva York, Bear Stearns sobrevivió a la Gran Depresión, y salió a cotizar en 1985, cuando su responsable ejecutivo era Alan “Ace” Greenberg. Ahora, la marca de la entidad desaparecerá casi por completo y alrededor del 60% de sus 14 mil empleados podrían quedarse sin trabajo.
Los accionistas de Bear Stearns aprobaron la semana pasada la venta durante una junta de 10 minutos en el segundo piso de la sede de la compañía, en Madison Avenue. La reunión fue presidida por el ex responsable ejecutivo James “Jimmy” Cayne, quien fue reemplazado por Alan Schwartz en enero.
“Me disculpo personalmente por lo que ocurrió”, dijo Cayne, de 74 años, a los accionistas, según una persona que asistió a la reunión. “Es un día triste”.
Alrededor del 84% de los accionistas de Bear Stearns votaron a favor de la adquisición, dijo JPMorgan. Hasta el 9 de mayo, JPMorgan tenía un 49,5% de la entidad, valorada en $2.300 millones y que llegó a ser el quinto banco de inversiones de Estados Unidos.
Por otro lado, la Reserva Federal de Estados Unidos dijo la semana pasada que asumirá en torno al 26 de junio el control de una cartera de $30 mil millones en activos de Bear Stearns, completando un acuerdo al que llegó hace dos meses con el responsable ejecutivo de JPMorgan, Jamie Dimon, para facilitar la venta. El banco central contrató a BlackRock Inc. para que gestionara y vendiera los activos.
Algunos empleados y accionistas de Bear Stearns ventilaron su frustración la semana pasada frente a un retrato de Cayne colocado por un artista en el exterior del edificio de Bear Stearns. Algunos de los comentarios fueron: “Jódete Jim”, “Me hierve la sangre”, “¿Debemos ampliar capital?” y “Precio de apertura: un Dimon”, haciendo un juego de palabras con “dime”, la tercera moneda de menor denominación en Estados Unidos.
La operación afronta ahora demandas legales de los accionistas que pedían más que los $10 por acción que JPMorgan ofreció pagar en el acuerdo.
“Cayne ofreció sus disculpas, pero para mí eso no es suficiente”, dijo Wayne Kaniper, accionista de Trenton, Nueva Jersey.
Bear Stearns se une a una lista de nombres que han desaparecido de Wall Street, como First Boston, Salomon Brothers, Dillon Read y Donaldson Lufkin & Jenrette. El único vestigio que quedará de Bear Stearns será su sociedad minorista de valores, que mantendrá la marca y operará como una entidad individual de la división de gestión de patrimonios de JPMorgan.
La cultura de asumir riesgos que Bear Stearns representó probablemente haya desaparecido para siempre, dijo Charles Geisst, profesor de finanzas en el Manhattan College de Nueva York y autor de “100 Years on Wall Street”.
“Con suerte, las entidades sobrevivientes gestionarán mejor sus riesgos y no lo dejarán todo en manos de los operadores individuales”, dijo. “Conforme llega su ocaso, como sospecho que ocurrirá, el modelo que encarnan desaparecerá con ellos”.
La venta, anunciada en marzo, puso fin a una caída de la empresa que duró ocho meses, iniciada en julio del año pasado con el colapso de dos fondos de cobertura de Bear Stearns que invertían en valores vinculados a las hipotecas “subprime” o de alto riesgo. Estos quebrantos hicieron que los inversores cuestionaron el valor de cualquier activo vinculado al mercado hipotecario, el principal negocio de Bear Stearns.
El 14 de marzo, la Fed acordó prestar $13 mil millones a Bear Stearns a través de JPMorgan para evitar el colapso de la entidad, que registró un éxodo de clientes y prestamistas. Frente a la posibilidad de una quiebra, Schwartz se vio obligado a aceptar la oferta de $2 por acción de JPMorgan para adquirir la empresa, dos días después de que dijera a los inversores que el “colchón de liquidez” de la entidad era suficiente para soportar las pérdidas por el mercado de crédito.
JPMorgan acordó más tarde subir el precio a $10 por acción bajo presión de los accionistas de Bear Stearns, muchos de los cuales eran empleados. JPMorgan decidió asumir los primeros $1.000 millones en pérdidas de la Fed con activos de Bear Stearns y negoció comprar un 39,5% de la firma para asegurar que la transacción fuera aprobada.
Cada acción de Bear Stearns será canjeada por 0,21753 de acción de JPMorgan. Esto valora la operación en $9,43 por título, según el precio de cierre de JPMorgan del miércoles, de $43,36.
Los accionistas que estaban registrados al 18 de abril pudieron votar en la junta extraordinaria de la semana pasada.
En 2006, los beneficios de Bear Stearns superaron los $2 mil millones. No obstante, el precio que JPMorgan ofreció pagar inicialmente equivalía a alrededor de un cuarto del valor del edificio sede. La estructura, de 45 pisos y 111.483 metros cuadrados (1,2 millones de pies cuadrados), construida en 2001, vale unos $1.200 millones, calculando por la media de $1.000 por pie cuadrado de oficinas comparables en la ciudad en estos momentos.