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NACIONALES


Un drama de supervivencia

| Miércoles 15 mayo, 2013


Estoy esperanzado en Dios me va a mandar un hígado, aseguró Róger Araya, paciente. Esteban Monge/LA REPÚBLICA


Donación de órganos volvió a caer

Un drama de supervivencia

Control es tan escaso que ni siquiera se sabe cuántas personas necesitan un trasplante

Desde 2009 Róger Araya inició su lucha contra los síntomas de una cirrosis que poco a poco consumió su hígado.

El golpe más fuerte lo recibió cuando le dijeron que necesitaría un trasplante para sobrevivir.
Este paciente de 52 años teme correr la misma suerte de muchos costarricenses que mueren en espera de un donador que por la falta de información y desinterés de las autoridades de salud, resulta difícil conseguir.
Son muchos los problemas que consumen a estos pacientes en el olvido y la indiferencia.
Uno de ellos es que en el país no existen listas oficiales de espera por un trasplante, por lo que es imposible tener un dato exacto que refleje cuántas personas están en esta condición.
Tampoco existen registros para informar en caso de que aparezca un donador.
En tal caso, si apareciera un donante a causa de un accidente de tránsito ocurrido en Limón o Puntarenas, no existe una forma rápida de comunicarlo a nivel hospitalario, contactar a los pacientes y transportar los órganos.
Por si fuera poco, tampoco existe una campaña social que permita familiarizar a los costarricenses con la donación de órganos, como ocurre en otros países.
Otro aspecto inútil en esta lucha es la autorización que los ticos dan en la licencia de conducir, pues no tiene efectos legales, ya que no existe una ley que determine que ese permiso sustituye la autorización de la familia al momento de morir el donador.
Ante la consulta de LA REPÚBLICA la respuesta de la Caja es: “Estamos trabajando en ello”.
Uno de los órganos que más cuesta conseguir es el hígado, pues este no se puede donar en vida. En 2011 se registraron 12 trasplantes, pero en 2012 fueron ocho.
Otro caso aún más complejo es para quien espera un corazón, pues los números son poco alentadores.
En 2007 solo se dio uno, el mayor número se presentó en 2011 con seis donadores, pero una vez más en 2012 se dieron malas noticias, pues no hubo ni uno.
En el caso de un riñón, es el único que ha aumentado ligeramente desde 2007 cuando se realizaron 129 trasplantes. El año pasado fueron 147.
Pero mientras las autoridades siguen intentando resolver los aspectos burocráticos, personas como Róger seguirán esperando, al igual que cientos de pacientes, a la sombra de un sistema de Salud que ni siquiera sabe con exactitud cuánta gente necesita un trasplante.

Angie Calvo
acalvo@larepublica.net







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