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Sinceramente

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 09 agosto, 2013


La calidad de diputados la determinamos los electores al escoger. Eligiendo mediocridades no alcanzaremos grandeza. Si elegimos vagos, no lograremos nada


Sinceramente

Pensábamos ayer, cómo acercar a los diputados al pueblo. Pensábamos por qué el número de habitantes representado por cada diputado era más pequeño cuando la Constitución Política de Costa Rica no había sido modificada.
Lo cierto es que una modificación constitucional detuvo el crecimiento del número de diputados conforme crecía la población costarricense y esto ha desembocado en un grupo excesivamente grande de costarricenses, a mi juicio, representado por cada legislador. Concluimos entonces que si elegimos mediocres nunca lograremos grandes cosas. La calidad humana es insustituible.
Hoy vamos a analizar otro aspecto que es el crecimiento del número de proyectos, del número de leyes, y del número de comisiones, que un diputado tiene que leer, estudiar y en las que tiene que participar.
Muchos compatriotas creen que el trabajo del diputado es ir a sentarse en la curul. En realidad su presencia en Plenario es una fracción importante pero diminuta de los tiempos dedicados por los diputados a su función de legislar. Si elegimos vagos, no lograremos nada.
Un mayor número de legisladores llevaría a los diputados a poder participar, cada uno de ellos en menos comisiones, y a especializarse, dedicando más tiempo a menos cosas, aumentando el foco en asuntos prioritarios para la Asamblea Legislativa y para el país.
Un mayor número no solo mejoraría la representatividad sino que mejoraría el trabajo en el proceso legislativo. Pero la calidad de diputados la determinamos los electores al escoger.
Finalmente la llegada de 13 diputados nacionales a la Asamblea Legislativa mejoraría notablemente su nivel ya que los diputados nacionales llegarían a representar los intereses de Costa Rica, más que los de los distritos electorales y los asuntos propios de cada localidad.
A lo largo de unas cuantas semanas hemos pasado revista a la elección, reglas de juego y representatividad de los diputados. Hemos tratado de ser todo lo propositivos que hemos podido. ¡Es tan fácil criticar! Quienes tienen espíritu de francotiradores es lo que prefieren.
Apuntar todo lo malo sin definir alternativas ni remedios, resulta para muchos el primer deporte nacional, mucho más que el fútbol.
Creemos que la elección directa, el establecimiento de distritos electorales, el aumentar el número de diputados con 13 diputados nacionales, el poseer herramientas para destituir a los legisladores que no muestran destrezas ni vocación para su puesto resultaría en una gran reforma política para el sistema legislativo costarricense.
No puedo ni debo omitir que la calidad de las personas que llevemos a diputado marcará finalmente el nivel del Congreso. Eligiendo mediocridades no alcanzaremos grandeza.


Emilio Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net
 

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