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EDITORIAL


Si hubiera un plan, sí se podría

| Sábado 04 agosto, 2012





Construir barrios al menos un poco más ecológicos no sería imposible si el país avanzara en el marco de un proyecto realmente tendiente a lograr una Costa Rica más verde

Si hubiera un plan, sí se podría

La falta de un proyecto país incide directamente en casi todos los órdenes de la vida nacional. Pero cuando vemos una nota como la publicada por este medio el viernes anterior, sobre la posibilidad o no de construir barrios ecológicos, se pone en evidencia esa falta de coherencia, producto de avanzar de improvisación en improvisación.
“Tener en cuenta aspectos que beneficien al planeta a la hora de levantar residenciales puede abaratar los costos, en vez de hacer mejoras posteriores para adecuar la casa al medio ambiente”, dice la nota.
Pero las tecnologías para lograrlo, más caras por ahora, solo se abaratarían si hubiera una alta demanda que justificara una competencia de variadas opciones en el mercado nacional.
Sin embargo esa alta demanda solo surgiría si se hubiera diseñado e implementado un plan país coherente con aquello de la carbono neutralidad, la conservación de la naturaleza, la Costa Rica verde y todo lo que en general busca construir una imagen país de ese tipo.
Resulta sin embargo, que lo que tenemos es un Tribunal Ambiental al que se le ha recortado presupuesto, obras nacionales que han causado importante daño al ambiente y talas de árboles que se contradicen con las campañas que nos incitan a sembrar un arbolito y cuidarlo.
Construir barrios al menos un poco más ecológicos no sería imposible si el país avanzara en el marco de un proyecto realmente tendiente a lograr una Costa Rica más verde. Y eso no se contradice con el desarrollo y el crecimiento económico.
Sin embargo, pretender un avance que no va de la mano con el respeto y la protección a los recursos naturales esenciales, como por ejemplo, el agua, necesariamente lleva a problemas que bien podrían ser previstos y evitados si existiera planificación.
Costa Rica no puede seguir intentando un crecimiento caótico porque del desorden nunca puede surgir algo ni bueno ni duradero, ni sostenible ni esperanzador. El desorden siempre generará retraso, encarecimiento al tener que apagar incendios y en general, una ruta incierta e incoherente con la naturaleza de un país como Costa Rica.






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