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Miércoles, 11 de diciembre de 2024



EDITORIAL


La riqueza que despreciamos

| Viernes 29 junio, 2012





No hubo planes más allá de la politiquería y el discurso oportunista, para crear proyectos idóneos para las zonas marino costeras

La riqueza que despreciamos

Un país como Costa Rica, con tanta costa hacia los dos océanos, curiosamente no cuenta con un desarrollo planificado y bien apoyado en esas zonas marino costeras.
Otras naciones, que carecen de ello, desearían tenerlo. Sin embargo, en nuestro país generalmente los habitantes de los litorales, en Puntarenas y en Limón, por ejemplo, han carecido de adecuados planes para su progreso en armonía con la naturaleza y con el cuidado que ha de dársele al mar territorial.
Los gobiernos en general han actuado casi de espaldas al mar; como si este no fuera uno de los grandes recursos con que contamos y que estamos obligados a utilizar en forma sostenible y a conservar.
Debido a esto, las poblaciones de estas zonas han caído en un empobrecimiento progresivo porque, como se dice en una nota de este medio hoy, “no están en el foco de las políticas de desarrollo nacional”.
No hubo nunca planes bien fundamentados y sostenidos, más allá de la politiquería y el discurso oportunista, para crear proyectos productivos de la mano con la naturaleza y la cultura regional, que podrían haber significado progreso y oportunidades de trabajo para las poblaciones costeras además de ir generando focos de atractivo turístico.
Nuestras zonas vecinas al mar podrían ser hermosos sitios donde florezcan y se actualicen continuamente las tradiciones culinarias, musicales, artesanales y en general el acervo cultural de su gente, que podría ser un poderoso imán para los turistas.
Por otro lado, de haberse dado ese tipo de desarrollo, tan necesario pero que los gobernantes ignoraron como si no hubiera sido parte de sus responsabilidades, se habría podido evitar una gran cantidad de los problemas actuales, porque habría existido un orden y un control sobre el desarrollo.
Hoy nuestras zonas costeras están altamente contaminadas por las aguas residuales y por la basura que, arrastrada por los ríos, va a parar al mar sin que los pobladores puedan hacer nada porque hasta carecen de organizaciones y centros de control eficientes.
Actualmente las prácticas pesqueras inadecuadas suceden por falta de educación y de una conciencia que debió ser forjada desde la escuela y luego consolidada mediante conocimiento y recursos técnicos y por planes de desarrollo idóneos para ello.
Ahora, el proyecto que se discute en el Congreso para agregar y reformar artículos a la legislación vigente a fin de lograr un reordenamiento territorial en las costas, debería ser el inicio pero no lo único que se haga para enmendar décadas de abandono de esas zonas.






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