Éxito económico
| Lunes 16 septiembre, 2013
Sin emular lo que no nos convenga de Singapur u otros países, deberíamos sí estudiar y adaptar al nuestro aquellas medidas que han sido de beneficio para su desarrollo
Éxito económico
A 50 años de vida independiente en Singapur, vale la pena resaltar algunas de las cosas que se hicieron bien al punto de que fuera considerado uno de los “tigres asiáticos” por su acelerada evolución.
Desde luego que no todo lo hecho es digno de ser emulado porque durante 40 años, después de lograda su independencia, ese país fue gobernado por una dictadura que además ha mantenido en aumento la desigualdad social. Cuando los gobernantes eligen la dictadura para desarrollar sus planes, admiten su incapacidad para hacerlo en democracia, convenciendo a la población de la bondad de aquellos.
No obstante, algunos aspectos del desarrollo de Singapur han sido acertados. Los resultados están a la vista. Ese país, entre otras cosas, tiene una infraestructura de primera categoría, un sistema bancario confiable, educación de alta calidad y su población tiene altos ingresos si estos se miden en promedio.
Por otra parte, es importante tomar en cuenta que en ese país se mantienen los niveles más bajos de corrupción de sus funcionarios, quienes están sujetos a estricta supervisión.
Esto probablemente generó efectos positivos principales: 1- Hubo un eficiente manejo de los fondos públicos, 2- Esa eficiencia permitió que el dinero alcanzara para desarrollar importantes proyectos. 3- Estos proyectos respondieron a un plan-país.
Esto es lo contrario a lo sucedido en Costa Rica, donde no solo se ha estancado la construcción de infraestructura, por ejemplo, sino que además los gobiernos han venido aumentando el gasto público en plazas de funcionarios que no mejoraron la calidad de los servicios más importantes para la población.
Así, sin emular lo que no nos convenga de Singapur u otros países, deberíamos sí estudiar y adaptar al nuestro aquellas medidas que han sido de beneficio para su desarrollo y trabajar para modificar aspectos negativos generados, como la desigualdad. Algo en lo que en nuestro país se había logrado avanzar en gran medida ya en la segunda mitad del siglo anterior, sin que por ello se viera afectado el desarrollo.
Los gobernantes deben encontrar el correcto equilibrio entre equidad y crecimiento, como pareciera que lo han logrado en alguna medida algunos países como por ejemplo Suecia, Francia o Australia.
Es útil recordar que la desigualdad puede producir inestabilidad política, mientras que una distribución equitativa no es algo opuesto al crecimiento.