Encuestas y elecciones: aprender a leerlas
| Sábado 15 febrero, 2014
Las encuestas son fotografías de momentos específicos, pero se debe aprender a leerlas en apego a la realidad y sin la traicionera pasión
Encuestas y elecciones: aprender a leerlas
Como politóloga, no defiendo a ninguna firma encuestadora, pero sí defiendo la técnica de la encuesta como un instrumento invaluable para las mediciones y análisis sobre el comportamiento —en el tiempo— de algún segmento de la sociedad.
En las ciencias sociales, por ejemplo, su uso es frecuente y son un instrumento científico para medir inclinaciones o predisposiciones de una realidad determinada. Sin las encuestas —como trabajo de campo— muchos análisis no tendrían sustento científico.
Es decir, funcionan y marcan tendencias clarísimas, pero no son verdades absolutas ni instrumentos de adivinación, astrología o bolas de cristal. No son pitonisas. A las encuestas políticas recientes, así se las ha querido leer y tal cosa es torpe, arroja pereza mental y de ahí, las sorpresas para quienes hablaron de resultados “inesperados”.
No fue culpa de las encuestas, fue culpa de la forma apasionada y desprovista de cuidado para leerlas en cada medición.
En general las encuestas acertaron —claramente no todas— y dieron datos que unos días antes, prácticamente marcaron el fenómeno que se constató el 2 de febrero.
Inclusive las más pequeñas (por el muestreo) lograron medir la inclinación que llevaba el electorado.
Veamos ejemplos concretos, específicamente de los tres partidos punteros al final. Cuando se publicó la segunda encuesta de UNIMER y otras de fechas cercanas, ya venía una tendencia que marcaba muchos indecisos “por conquistar”, una segunda ronda, el “techo” del PLN; tanto como el crecimiento constante del PAC.
El Frente Amplio estaba estancado y no era ya el rival a vencer, pero todo eso se ignoró. Lejos de “escuchar” el mensaje del instrumento de medición el PLN abrazó la pasión, cerró oídos y más bien deslegitimó toda encuesta que no le favoreciera. Es decir, casi todas.
La realidad desnuda ahí estaba pero no era la deseada y por eso la desconoció y la ignoró. Pésima visión. Las encuestas en general siguieron marcando esas líneas: el PAC crecía —como suele hacerlo antes de las elecciones— y en ese momento, aún no se había medido el desempeño de los candidatos en los debates, donde muchos sectores coincidieron en que el del señor Luis G. Solís fue más que sobresaliente.
Eso lo hizo crecer mucho y las encuestas posteriores (en especial de la UCR) señalaron ese fenómeno, pero jamás se lo consideró un rival de peso.
Las encuestas en general (con excepciones) fueron acertadas y señalaron lo que se venía gestando, pero el PLN no las quiso leer adecuadamente.
El PAC en cambio, les puso atención y aceleró el paso en la recta final porque sabía que la tendencia se mantendría.
Sí, las encuestas son fotografías de momentos específicos, pero se debe aprender a leerlas en apego a la realidad y sin la traicionera pasión, que tantas veces justifica fallas o busca culpables donde nunca existieron.
Laura Arguedas Mejía
Politóloga
lauraarguedas@yahoo.com