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CHISPORROTEOS

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 06 junio, 2012



CHISPORROTEOS


La caída de la directora del Museo de Arte Costarricense era inevitable, no sólo por haber autorizado la celebración de una fiesta de 15 años en el Museo, sino por media docena o más de atentados y disparates que demostraron que no conocía la diferencia entre una sala de exposiciones y un museo. El Ministro de Cultura tuvo que salir de ella. Pero no ha explicado por qué, en mayo de 2010, salió de la persona que allí había, y de la cual, que se sepa no había quejas. No es éste el primer servicio que le presta Paul Woodbridge al país desde el silencio en que vive. Ya una vez acabó con los llamados contratos-leyes.
El Ministro ha decidido seguir con la conducta de su antecesora, que destituyó al Director del Teatro Nacional porque no le hizo caso en algo por cierto disparatado, y sentó un precedente fatal. Nunca, desde 1897 un director del Teatro Nacional había sido destituido. Aunque el servicio civil no los proteja, se ha pensado siempre que la continuidad es buena. En algún momento, cuando yo era Ministro de Cultura, sentí la necesidad de buscar un nuevo director para el Teatro Nacional, por la sencilla razón de que el que teníamos provocó un incidente de alguna gravedad con la primera dama y aún con el Presidente de la República. Entonces busqué la manera de que se pensionara, para no sentar al pésimo precedente de la destitución. Lo sentó la Ministra del gobierno anterior, y ni corto ni perezoso lo continuó el ministro actual.
Ya terminaba nuestro gobierno, cuando en consulta con mi Viceministro Guido Sáenz, decidimos que el puesto sería para Graciela Moreno, a quien habíamos traído de México a colaborar con el Ministerio. El Teatro Nacional dejó de ser un edificio más para convertirse en una empresa cultural cuando fue nombrada Graciela Moreno, y continuó allí mientras vivió, transformándolo. Si a los cuatro años la hubiesen destituido, el Teatro seguiría siendo apenas un edificio. Y no, en ciertas ocasiones, como lo fue, el verdadero Ministerio by default.
El ICE es lo que es, porque Jorge Manuel Dengo lo gerenció por espacio de largos años. Y lo mismo el INS, donde los gerentes permanecen y no son cambiados en cada gobierno, y si alguno lo fue, fuertes razones se impusieron.
Lo que hay que buscar es la permanencia de los funcionarios (salvo que sean destituibles por motivos claros). Así es como las instituciones funcionan, crecen y mejoran. Ojalá el Ministro Obregón acierte ahora con un nuevo director en el Museo de Arte, y no cometa el disparate de nombrar allí un artista sólo por serlo, que no sabe nada sobre el manejo y razón de un museo. Nombre al nuevo o a la nueva por sus conocimientos, por su relación personal con él. Ojalá cuando él termine sus funciones, su sucesor mantenga en el Teatro Nacional a la actual directora, que parece que lo está haciendo bien. Así es como se debe gobernar. No a base de improvisaciones y tanteos.
Se me podrá decir que cuando yo asumí el Ministerio de Cultura, una de las primeras cosas que hice fue prescindir del Director de Artes y Letras que allí encontré. Respondo: desde que el Ministerio se abrió (como Ministerio de facto porque todavía no se había dictado ley que lo creara), se le traspasaron de facto las instituciones que se le traspasarían de pleno derecho. Así, la Dirección de Deportes, el Teatro Nacional, y Artes y Letras. Le pedí al Director de Artes y Letras que tomara cierto acuerdo y me contestó de mala manera que su superior era el Ministro de Educación y no yo. Enterado por mí don Lalo Gámez, lo destituyó a instancias mías, por malcriado, y pusimos allí a Antonio Yglesias que fue un funcionario ejemplar que se lució.
Nombre el Ministro gente capacitada, y espere que pueda servir en el cargo durante largos años. Así es como progresan las instituciones. Se lo dice alguien que lo aprecia y espera verlo acertar.

Alberto F. Cañas


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