Una llega y otra se va
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 01 mayo, 2013
MONARQUÍA
Una llega y otra se va
Al abdicar, la reina Beatriz se ha convertido en princesa. Y la princesa Máxima en reina
Dos mujeres, dos estilos, y un reino que demuestra devoción por una joven espontánea que, instantes antes de ser investida Reina consorte de Holanda, ha contenido su sonrisa.
Llevada por la solemnidad del acto, la argentina Máxima, desfiló del brazo de su marido camino de la ceremonia de investidura, con un rictus amable pero conteniendo su espléndida sonrisa, que no recuperó hasta escuchar el cántico del coro infantil Nieuw Amsterdams Kinderkoor.
Quizá más ajena a la trascendencia del acto, la princesa heredera, Catalina-Amalia, de nueve años, sentada a la derecha de su abuela, la princesa Beatriz, mostraba un semblante serio y en ocasiones aburrido, hasta que se le escapó un bostezo.
Pero la gran emoción de Máxima llegó cuando el Rey Guillermo-Alejandro la mencionó durante su discurso: “Tengo el gran apoyo de mi esposa Máxima, que se ha convertido en una holandesa entre los holandeses”.
Vestido de frac, el nuevo monarca llevó sobrepuesto el manto de investidura, utilizado desde 1815 por los reyes y reinas de los Países Bajos, y tuvo cerca las insignias reales (el cetro, el globo imperial, la espada real y el estandarte), confeccionadas por orfebres holandeses en 1840 y que simbolizan el poder y la dignidad del rey.
Mientras, la ya princesa de los Países Bajos, con un gesto complaciente y de orgullo escuchaba de su hijo, el Rey, las palabras que tenía guardadas para ella: “Mi madre ha sido monarca, esposa, madre e hija, y no ha fallado en ninguna de sus responsabilidades”, mientras buscaba la mirada azul y cómplice de su madre.
Y si hubo un tono que compartió protagonismo con el naranja, el emblemático color de la dinastía de los Orange-Nassau, ha sido el azul cobalto. Un color referente en la bandera de los Países Bajos.
Tanto Máxima como sus tres hijas, además de la princesa Beatriz, han optado por esa gama del azul para acudir a la ceremonia de investidura. Un cromatismo que despertó la curiosidad y que no era casual.
El diseño que ha elegido la reina Máxima de Holanda, un elegante vestido en azul cobalto con cuerpo de gasa y bordados, que se cubría con una capa que finalizaba en una pequeña cola, lo que contribuía a darle un porte regio durante la ceremonia de investidura.
Carlos Fuente Lafuente, director de protocolo de la Fundación Príncipe de Asturias, asegura que no es casual la elección de este color ya que el azul forma parte de la bandera holandesa.
“Se trata de algo premeditado, un color con el que se intentan simbolizar dos cosas. Primero, indicar que este cambio entra dentro de un proceso de normalidad en un país establecido; y segundo, aportar una idea de unión generacional: de madre —la princesa Beatriz vestía de azul— a hijo, a través de su esposa, y de las ya princesas para darle continuidad” a la dinastía.
“Es una manera de decir yo soy holandesa como mis hijas” y añade que se trata de una “idea muy original”.
Una impresionante tiara con zafiros azules y brillantes coronaba la cabeza de la nueva Reina de los holandeses, que combinaba con un juego de pendientes con las mismas piedras.
Redacción Cultura/EFE