¿Sobreoferta excesiva de electricidad o excesivo sobreequipamiento no productivo?
Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 27 marzo, 2017
¿Sobreoferta excesiva de electricidad o excesivo sobreequipamiento no productivo?
Los datos del ICE para el país en 2016 muestran lo siguiente:
• La generación bruta nacional de electricidad fue 10.781,69 GWh y su composición por fuente de energía fue la siguiente: hidroelectricidad 74,44%, geotermia 12,42%, eólica 10,64%, térmica 1,79% (búnker y diésel), bagazo 0,69% y solar 0,01%. La generación con energías renovables fue del 98,21% y con búnker y diésel de 1,79%.
• La capacidad instalada nacional de generación en ese año fue de 3.466,74 MW y su composición fue la siguiente: hidroelectricidad 67,15%, térmica 16,49% (búnker y diésel), eólica 9,21%, geotermia 5,97%, bagazo 1,15% y solar 0,03%. La capacidad instalada de energías renovables fue de 2.895,05 MW (83,51%) y la de térmica (búnker y diésel) de 571,69 MW (16,49%).
• La demanda máxima (potencia máxima) del sistema fue de 1.674,5 MW, mientras la capacidad instalada fue de 3.466,74 MW, lo que da un “exceso” de capacidad instalada sobre la demanda máxima de 1.792,24 MW.
Aunque todo sistema eléctrico debe tener un margen de reserva (una reserva de capacidad de generación mayor a la demanda máxima actual y prevista en el futuro) para asegurar el suministro en todo momento, la sobrecapacidad en Costa Rica sobre la demanda máxima es muy elevada.
Los datos muestran que el año pasado existió un exceso de 1.792,24 MW de capacidad instalada en relación con la demanda máxima, lo cual representa un 107% de sobreequipamiento. Pero esto no significa que esta capacidad “excedente” esté disponible para generar electricidad en cualquier momento y no significa tampoco que existe una sobreoferta eléctrica de 1.792,24 MW.
A excepción de la geotermia, las plantas de generación de electricidad con fuentes renovables de energía no pueden generar a su plena capacidad durante todo el año ya que su producción depende, por sus propias características intrínsecas, de las condiciones de la naturaleza existentes en el momento en que se requiere la disponibilidad de estas plantas para generar electricidad.
La producción y los costos de las plantas de energías renovables dependen de muchos factores externos inherentes a cada fuente de energía sobre los cuales no tenemos control, como la dependencia climática, la intermitencia de la generación, las condiciones de generación de cada localización geográfica y la variabilidad del recurso energético en cada sitio donde está ubicada la planta.
Las plantas eólicas no pueden generar electricidad cuando el viento no sopla, las hidroeléctricas no pueden generar a su plena capacidad cuando los caudales de los ríos disminuyen en la estación seca, las solares no pueden generar cuando el sol no brilla y las plantas de bagazo no pueden generar en el periodo del año cuando no hay zafra. Por esta razón, el uso de la capacidad instalada de estas plantas de energías renovables durante el año es bajo.
Esta situación provocó que el porcentaje de uso de la capacidad instalada en 2016 fuera muy bajo y que el porcentaje de sobreequipamiento no productivo fuera muy alto.
Con base en los datos oficiales de 2016 de la capacidad instalada y de la generación de electricidad del país, es fácil calcular el porcentaje promedio real de uso de la capacidad instalada de generación por fuente de energía durante ese año: hidroelectricidad 39,35%, térmica 3,85% (búnker y diésel), eólica 41,04%, geotermia 73,92%, bagazo 21,26% y solar 16,11%.
Con la excepción de la geotermia, el porcentaje de uso de las plantas es bajo y, consecuentemente, el porcentaje de sobreequipamiento no productivo en el sistema es alto. Llama la atención igualmente que las dos principales fuentes de energía del sistema con la capacidad instalada más alta tienen un uso muy bajo. Las plantas hidroeléctricas, con una capacidad total en 2016 de 2.328,05 MW (67,15% de la capacidad instalada), tuvieron un uso promedio de su capacidad instalada del 39,35% y las plantas termoeléctricas (de búnker y diésel importados), con una capacidad total de 571,69 MW (16,49% de la capacidad instalada), tuvieron un uso promedio del 3,85%.
Para enfrentar y contrarrestar la creciente variabilidad natural de las energías renovables, un sistema altamente dependiente de las energías renovables, como el nuestro, requiere un respaldo de energía firme, el cual se provee con fuentes de energía no renovables. Estas fuentes no renovables, por su naturaleza misma, son un respaldo energético seguro (firme) al sistema porque están disponibles en cualquier momento del día y del año que se requiera generar electricidad, independientemente de las condiciones de la naturaleza (clima, sol, viento, etc.).
Con respecto a este tema, el ICE ha señalado claramente que “sin respaldo no hay electricidad limpia”, que el sistema nacional de generación “requiere un respaldo que actúe cuando las inherentes variaciones de la naturaleza no nos permitan tener suficiente agua, viento, biomasa o luz solar para mover los generadores de las máquinas instaladas” y que “el complemento térmico viene a asegurar el suministro en los momentos en que se imposibilita el uso de las demás fuentes”.
Las plantas térmicas o termoeléctricas que suministran actualmente el respaldo de energía firme, con una capacidad instalada de 571,69 MW, operan con los caros búnker y diésel importados y se usan muy poco durante el año. En 2016 estas plantas generaron el 1,79% de la electricidad producida en el país y su uso promedio en el año fue del 3,85%, lo que significa que el 96,15% del tiempo estuvieron sin operar. Pero aún sin operar, los costos fijos de estas plantas térmicas de gran capacidad instalada continuaron siendo muy altos y continuarán siendo así en el futuro hasta que se dé un cambio.
La mayoría de los países usan el gas natural limpio y de bajo costo (inclusive de menor costo que el costo de muchas renovables) como la fuente de energía firme para dar el indispensable respaldo energético a la generación con energías renovables. Sin embargo, aquí en Costa Rica usamos los caros y ambientalmente inferiores búnker y diésel, que además son importados.
El bajo uso de las cuantiosas inversiones realizadas en sobreequipamiento no productivo de energías renovables y no renovables del sistema eléctrico nacional tiene un altísimo costo fijo por kilovatio-hora (kWh) generado, el cual incluye el pago de préstamos, intereses, fideicomisos, mantenimiento, salarios y seguros, entre otros factores de costo.
Los costos de la electricidad pueden subir o bajar en el tiempo alrededor de esta base estructural de alto costo por otras razones coyunturales de la evolución de otros factores de costo, como por ejemplo por acciones administrativas y operacionales de los operadores, acciones del regulador (Aresep) o la evolución de las tasas nacionales e internacionales de interés. Pero la base alta de costos derivada del sobreequipamiento no productivo no variara con estos acontecimientos coyunturales.
En conclusión, en el país no existe una sobreoferta excesiva de electricidad. Lo que existe es un excesivo sobreequipamiento no productivo. La solución al alto costo que esta situación tiene no se encuentra en el ámbito de la regulación por parte de Aresep ni de la normativa legal, se encuentra en el ámbito de la política energética.
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