¿Y la planificación
| Sábado 28 julio, 2012
¿Y la planificación…?
Como sabemos y hemos podido ver en los últimos 30 años tenemos un rezago en inversión pública y por ello nos faltan mejores carreteras, puertos, aeropuertos, puentes, escuelas, colegios, centros hospitalarios, y mejores servicios educativos y médicos. La inseguridad causa mayor preocupación y temor. Contamos con cárceles poco adecuadas y un sistema judicial que se percibe poco eficaz.
Pero un verdadero y más amplio examen demuestra que lo que vemos a diario y lo muy criticado por los medios es el efecto, siendo la causa una falta muy evidente de planificación, conocedores como somos de que esta es la base elemental para una adecuada y sana administración moderna.
Lo anterior, sin dejar de lado los otros tres elementos fundamentales faltantes que son: organización, buena ejecución y el correcto control, estos son básicos para administrar lo que se ha aceptado conducir, es decir, el país.
Si a la falta de planificación le sumamos que no se tiene una idea clara del destino al cual se desea o pretende llegar, se puede concluir que esa carencia es la no planificación estratégica, la inexistencia de una visión de negocio que permita saber: qué, cómo, cuándo o con quién llevar a cabo lo requerido para alcanzar buen puerto.
Estamos viviendo de glorias pasadas. No es por el apoyo del Gobierno que nuestra querida patria ha logrado salir adelante; los niveles de producción y exportación que se han alcanzado se deben al empuje y la buena organización que han desarrollado y demostrado nuestros empresarios, desde los micro hasta los grandes.
Nuestro Gobierno, en todos sus niveles, ámbitos e instituciones, se ha enfermado de reunionitis, pasando luego a agravarse con informitis, lo que sigue con apagar incendios y termina en improvisación.
Como lo ha dicho la sabiduría del caricaturista en Mafalda muy claramente: “Lo más urgente, le resta mucho tiempo a lo ‘verdaderamente’ importante.”
Parece que los árboles no nos dejan ver el bosque, siendo lo relativamente significativo la cantidad y no la calidad de las acciones, “El que mucha abarca, poco aprieta”, no hay profundidad en los planteamientos, todo se queda en la superficie.
Finalmente el proceso de toma de decisiones no se da, todo se posterga, nadie toma medidas reales para resolver o para aportar soluciones que coadyuven a atender nuestros problemas, que son serios.
Lo que se requiere es ciudadanos serios, con disposición real a trabajar por nuestra nación, dejando guardado el ‘yo’ para que predomine el ‘nosotros’, que se planteen programas de largo plazo, que trasciendan administraciones cortoplacistas de cuatro años, sin horizonte.
Por todo lo anterior se han quedado planes como el PRUGAM y muchos otros similares, que llenan baúles de buenas intenciones, olvidándose la cantidad de recursos: humanos, económicos y de tiempo, que se han invertido en ellos.
Siguen predominando los egoísmos en trincheras políticas, en cada organización pública, dominando la defensa inútil de feudos aislacionistas.
Se ha visto que nuestras necesidades y requerimientos son grupales e integrales, bien identificados, sí, pero sin solución cercana aún, lo que nos lleva nuevamente a la pregunta recurrente: “¿¡Qué será lo más preocupante, la situación del Estado, o el estado de la situación...!?”
Javier Cruz Santos
Como sabemos y hemos podido ver en los últimos 30 años tenemos un rezago en inversión pública y por ello nos faltan mejores carreteras, puertos, aeropuertos, puentes, escuelas, colegios, centros hospitalarios, y mejores servicios educativos y médicos. La inseguridad causa mayor preocupación y temor. Contamos con cárceles poco adecuadas y un sistema judicial que se percibe poco eficaz.
Pero un verdadero y más amplio examen demuestra que lo que vemos a diario y lo muy criticado por los medios es el efecto, siendo la causa una falta muy evidente de planificación, conocedores como somos de que esta es la base elemental para una adecuada y sana administración moderna.
Lo anterior, sin dejar de lado los otros tres elementos fundamentales faltantes que son: organización, buena ejecución y el correcto control, estos son básicos para administrar lo que se ha aceptado conducir, es decir, el país.
Si a la falta de planificación le sumamos que no se tiene una idea clara del destino al cual se desea o pretende llegar, se puede concluir que esa carencia es la no planificación estratégica, la inexistencia de una visión de negocio que permita saber: qué, cómo, cuándo o con quién llevar a cabo lo requerido para alcanzar buen puerto.
Estamos viviendo de glorias pasadas. No es por el apoyo del Gobierno que nuestra querida patria ha logrado salir adelante; los niveles de producción y exportación que se han alcanzado se deben al empuje y la buena organización que han desarrollado y demostrado nuestros empresarios, desde los micro hasta los grandes.
Nuestro Gobierno, en todos sus niveles, ámbitos e instituciones, se ha enfermado de reunionitis, pasando luego a agravarse con informitis, lo que sigue con apagar incendios y termina en improvisación.
Como lo ha dicho la sabiduría del caricaturista en Mafalda muy claramente: “Lo más urgente, le resta mucho tiempo a lo ‘verdaderamente’ importante.”
Parece que los árboles no nos dejan ver el bosque, siendo lo relativamente significativo la cantidad y no la calidad de las acciones, “El que mucha abarca, poco aprieta”, no hay profundidad en los planteamientos, todo se queda en la superficie.
Finalmente el proceso de toma de decisiones no se da, todo se posterga, nadie toma medidas reales para resolver o para aportar soluciones que coadyuven a atender nuestros problemas, que son serios.
Lo que se requiere es ciudadanos serios, con disposición real a trabajar por nuestra nación, dejando guardado el ‘yo’ para que predomine el ‘nosotros’, que se planteen programas de largo plazo, que trasciendan administraciones cortoplacistas de cuatro años, sin horizonte.
Por todo lo anterior se han quedado planes como el PRUGAM y muchos otros similares, que llenan baúles de buenas intenciones, olvidándose la cantidad de recursos: humanos, económicos y de tiempo, que se han invertido en ellos.
Siguen predominando los egoísmos en trincheras políticas, en cada organización pública, dominando la defensa inútil de feudos aislacionistas.
Se ha visto que nuestras necesidades y requerimientos son grupales e integrales, bien identificados, sí, pero sin solución cercana aún, lo que nos lleva nuevamente a la pregunta recurrente: “¿¡Qué será lo más preocupante, la situación del Estado, o el estado de la situación...!?”
Javier Cruz Santos