Volvamos a las personas
| Jueves 16 julio, 2009
Volvamos a las personas
Una costumbre muy arraigada en la actualidad y muy practicada por los administradores públicos y privados, es la de buscar culpables para justificar sus fallos y fracasos.
Esta costumbre tan practicada por los “líderes de turno” se ha entronizado a tal extremo que nos ha hecho creer que las instituciones, gremios, organizaciones tienen vida por sí mismas y nos ha hecho olvidar que ninguna, hasta la fecha en la historia de la humanidad, ha tenido alma, ni inteligencia, ni voluntad para actuar por sí sola. Siendo así como nos lo dicen la historia y la ciencia y todos los estudiosos ligados a la investigación de los seres vivos, llegamos a la conclusión que dichas organizaciones, gremios, ministerios, instituciones, etc., etc., están manejados y son responsabilidad de seres humanos, personas con nombre y apellido que, bajo su responsabilidad, deben hacer que las organizaciones anteriormente citadas funcionen y cumplan su labor.
La ciudadanía repite: Japdeva no sirve para nada; el MOPT no se le queda atrás; el país es ingobernable, la economía es un desastre; la Asamblea Legislativa, ni hablar; los partidos políticos, ni para qué, y después de reflexionar sobre lo anterior nos preguntamos, ¿y por qué estas instituciones andan tan mal y el país es ingobernable?
De inmediato nos salta la contestación: porque las personas que están al mando de las instituciones no son las idóneas para ese puesto.
Si hacemos una rendición de cuentas nos quedará claro que nunca se habla de la idoneidad de las personas sino de la incapacidad de las organizaciones, resultando entonces que las personas se quedan y las instituciones se desprestigian, que las personas se quedan y las instituciones no sirven para nada, que las personas se quedan y la corrupción crece, se multiplica y estafa al ciudadano votante que recibió un paquete de personas garantizadas por un partido político, como capaces de gobernar nuestro país.
Se puede concluir que la ingobernabilidad es la falta de gobernantes, no la presencia de ciudadanos “mal amansados” y desobedientes que no hacen caso a las brillantes ideas del gobernante.
Profundizando un poco en el tema, con solo hacer un examen de las capacidades de cada uno de los funcionarios públicos que constituyen las cabezas del gabinete, de la Asamblea Legislativa, de la Corte Suprema de Justicia, de las instituciones autónomas, nos damos cuenta de la inopia de funcionarios y de la verdadera corrupción administrativa, profesional, intelectual, política y personal que impera en nuestro país, pero también descubriremos la presencia de verdaderos funcionarios con gran capacidad que no son valorizados por el “sistema” y que a la vez no se les permite actuar correctamente, en el cumplimiento de su labor.
Por lo tanto, la solución a nuestros problemas pasa, en primer lugar, por la llegada de personas idóneas a los puestos de dirección, verdaderos líderes en cada organización, por lo que si no es así, perdemos el tiempo criticando, lamentándonos y exigiendo a quienes no pueden dar lo que no tienen.
Coloquemos personas que puedan dar todo lo bueno que tienen en beneficio del bien común de los ciudadanos.
Ingeniero
Ex presidente ejecutivo de Japdeva
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